Los cabritos valientes
Había una vez siete cabritos que vivían en un hermoso prado junto a su mamá cabrito.
Todos los días, salían a jugar y explorar, pero su mamá siempre les advertía sobre el lo o feroz que vivía al otro lado del río. Un día, mientras la mamá cabrito estaba ocupada arreglando la cueva, los siete cabritos decidieron aventurarse más allá del río y explorar el bosque.
A pesar de las advertencias de su madre, estaban demasiado emocionados por descubrir cosas nuevas. Cruzaron el río saltando de piedra en piedra hasta llegar al espeso bosque. Mientras se adentraban cada vez más en él, comenzaron a escuchar extraños ruidos provenientes de los arbustos cercanos.
De repente, apareció ante ellos un gran lo o feroz con colmillos afilados y garras intimidantes. Los siete cabritos se asustaron y corrieron hacia atrás buscando refugio detrás de un árbol cercano. -¡Ayuda! ¡Hay un lo o feroz! -gritaron desesperados.
El lo o feroz se acercó lentamente hacia ellos con una sonrisa malvada en su rostro. -Por favor, señor lo o feroz, nosotros somos solo unos indefensos cabritos. No nos hagas daño -suplicó uno de los pequeños cabritos temblorosos.
El lo o feroz rio malévolamente y respondió: -¿Por qué debería dejarlos ir? Soy el rey del bosque y ustedes son mi cena perfecta. Los siete cabritos se miraron entre sí, buscando una solución a su terrible situación.
Fue entonces cuando el cabrito más astuto tuvo una brillante idea. -Señor lo o feroz, ¿no preferiría tener un festín mucho más grande y delicioso? -le preguntó con voz temblorosa pero llena de ingenio.
El lo o feroz se detuvo por un momento, intrigado por la propuesta del cabrito astuto. -¿A qué te refieres con un festín más grande y delicioso? -preguntó el lo o feroz con curiosidad. -Bueno, señor lo o feroz, si nos come ahora, solo seremos siete pequeños bocados.
Pero si espera unos días, nuestra mamá cabrito vendrá a buscarnos y será un banquete mucho más satisfactorio para usted -explicó el cabrito astuto. El lo o feroz consideró la propuesta y pensó que era una excelente idea.
Asintió con la cabeza y les permitió irse sin hacerles daño mientras esperaba pacientemente su gran festín. Los siete cabritos regresaron rápidamente a casa corriendo tan rápido como podían para contarle todo a su mamá.
Cuando llegaron a la cueva, abrazaron emocionados a su mamá cabrito y le contaron sobre su encuentro con el lo o feroz. La mamá cabrito los escuchó atentamente y sonrió orgullosa de la valentía e inteligencia de sus hijos.
Sabiendo que debían mantenerse alejados del bosque hasta que fuera seguro nuevamente, decidió enseñarles una importante lección sobre seguir las advertencias y consejos de los demás.
Desde ese día en adelante, los siete cabritos siempre escucharon a su mamá y nunca se aventuraron más allá del río sin su permiso. Y aunque el lo o feroz siguió esperando pacientemente su festín, los cabritos aprendieron que la valentía no solo radica en enfrentar peligros, sino también en saber cuándo tomar decisiones inteligentes para mantenerse a salvo.
FIN.