Los Cambios de Martina
Era un hermoso día de primavera en Buenos Aires, y Martina, una chica de 12 años con una imaginación desbordante, se encontraba en su habitación, mirando por la ventana. Desde hacía un tiempo, había notado que su cuerpo estaba cambiando. Al principio, se sentía extraña y un poco confundida.
Un día, mientras se miraba en el espejo, le dijo a su mamá:
- Mamá, creo que algo raro está pasando conmigo. No me siento como antes.
Su mamá, que siempre sabía cómo tranquilizarla, la miró con ternura y le respondió:
- Esa es la etapa de la vida en la que estás, Martina. Está bien sentirse así, todos pasamos por cambios. Te llevaré al médico para que te explique todo.
Martina asintió, aunque seguía sintiéndose nerviosa. El día de la cita llegó y entraron al consultorio. El médico, un hombre amable y sonriente, las recibió.
- ¡Hola, Martina! Me alegra conocerte. ¿Qué te trae por aquí?
Martina, un poco tímida, murmuró:
- Me siento diferente… no sé…
El médico sonrió y comenzó a explicarle:
- Eso es completamente normal. Estás entrando en la adolescencia, una etapa llena de cambios. Tu cuerpo va a crecer y cambiar, y eso es parte de convertirse en una joven adulta.
Martina se sintió un poco aliviada, pero aún tenía preguntas.
- ¿Pero por qué me siento tan rara?
- Es un momento de descubrimiento, y no solo físico. También te irás conociendo mejor y aprenderás sobre tus emociones.
Martina pensó en las cosas que le gustaban. Le encantaba dibujar y jugar al fútbol, pero a veces se sentía melancólica o confundida.
- Entonces, ¿está bien sentirme así?
El médico sonrió nuevamente:
- ¡Por supuesto! Todas las emociones son válidas. Te recomiendo hablar con tus amigos, tu familia, y sobre todo contigo misma.
Después de la visita, Martina se sintió más tranquila. Se dio cuenta de que muchas de sus amigas también estaban pasando por cambios similares. En la escuela, decidió abordar el tema con su grupo de amigas:
- Chicas, ¿ustedes también sienten que todo está cambiando?
Sus amigas la miraron sorprendidas. Renata dijo:
- Sí, yo sentí eso hace poco. A veces es raro, pero creo que está bueno charlarlo.
Desde ese día, comenzaron a compartir sus sentimientos y experiencias, y se volvieron aún más unidas. Un día, Martina propuso:
- ¿Qué tal si hacemos un mural en la escuela sobre la amistad y los cambios? Podría ser una especie de homenaje a nosotras mismas.
Las chicas se entusiasmaron con la idea. Pasaron semanas creando hermosos dibujos y mensajes positivos sobre la amistad y la aceptación de los cambios. Cuando llegó el día de la presentación, Martina no podía esperar para compartirlo con el resto de la escuela.
- ¡Hola a todos! Queremos mostrarles lo que hemos estado haciendo. Este mural representa nuestra amistad y cómo todas estamos pasando por diferentes cambios. Queremos que se sientan orgullosos de ser quienes son.
El público aplaudió, y Martina sintió una gran ola de confianza y felicidad. La experiencia consolidó su amistad con las chicas y les enseñó a aceptarse mutuamente a través de los cambios.
Con el tiempo, Martina aprendió a abrazar su individualidad y a ver los cambios como oportunidades para crecer. Supo que siempre podría contar con sus amigas y su familia para apoyarla.
Al final, comprendió que todos pasamos por transformaciones a lo largo de la vida, y que eso es lo que nos hace únicos y especiales.
- ¡Gracias, chicas! Me siento afortunada de tenerlas en mi vida,
les dijo mientras abrazaban a Renata, a Sofía y a Malena. Entonces, dio una vuelta a su mural, sonriendo a los cambios que la vida le deparaba.
Desde ese día, Martina entendió que cada cambio, aunque a veces incómodo, puede llevar a nuevas y maravillosas experiencias, siempre manteniendo su esencia.
FIN.