Los Cazadores de Libros
En un pequeño pueblo de Argentina, varios chicos se reunían en el parque cada tarde. Entre ellos estaban Lucas, Sofía, Joaquín y Malena. Todos tenían algo en común: ¡no les gustaba leer! Les parecía aburrido estar sentados con un libro en la mano cuando podían jugar a la pelota o andar en bicicleta.
Un día, mientras estaban en el parque discutiendo a qué videojuego jugarían, apareció una señora mayor con una cesta llena de libros.
"¡Hola, chicos! ¿Quieren un poco de aventura?" - dijo la señora, sonriendo.
"Aventura, sí, pero con un videojuego. ¡No con libros!" - respondió Lucas, sacudiendo la cabeza.
La señora suspiró y dejó caer un libro al suelo. Cuando lo hizo, un pequeño dragón salió volando de él.
"¡¿Qué? !" - gritaron todos, mirando asombrados.
"Soy el Dragón de las Historias. Necesito ayuda para salvar mis cuentos. ¡Los libros están desapareciendo!" - exclamó el dragón, agitando sus alas.
Sofía, que siempre había soñado con ser una exploradora, dio un paso adelante.
"¿Cómo podemos ayudar?" - preguntó entusiasmada.
"Debemos encontrar tres libros mágicos que fueron robados por los Monstruos del Aburrimiento. ¡Si no los recuperamos, las historias nunca volverán!" - explicó el dragón.
Joaquín se rascó la cabeza.
"Pero... ¿cómo vamos a encontrar esos libros?" - se preguntó con cierta duda.
"Hace falta un mapa. Y para eso, deben leer fragmentos de estos libros para encontrar pistas. ¡No hay otra forma!" - dijo el dragón con determinación.
Los cuatro chicos se miraron entre sí. Lee-r aunque les parecía aburrido, estaban intrigados. ¡Había un dragón volando frente a ellos! Se daban cuenta de que había una aventura en juego.
Así, con el dragón guiándolos, comenzaron a leer los fragmentos que les daba. Cada vez que leían, las palabras se transformaban en imágenes mágicas que cobraban vida y les mostraban pistas sobre el paradero de los libros robados.
"¡Miren esta imagen!" - exclamó Malena, señalando un lugar que parecía un bosque misterioso.
"¡Eso está muy cerca del parque!" - agregó Sofía.
Los chicos decidieron seguir el camino indicado por el dragón. Al llegar al bosque, se encontraron con un descomunal monstruo del aburrimiento, que solo quería que fueran perezosos y no hicieran nada.
"¡Necesito un libro para reponer mis fuerzas!" - gruñó el monstruo, mientras se acomodaba en una roca.
"¿¡Qué hizo usted con los libros! ?" - preguntó Joaquín.
"Están escondidos en mi castillo, pero no los daré porque no creen en ellos. ¡No saben lo valiosos que son!" - se ríó el monstruo, dejando escapar un suspiro de pereza.
Los chicos se miraron entre ellos y decidieron hacer una estrategia.
"¡Escuchen! Si logramos que el monstruo se divierta, quizás nos devuelva los libros!" - propuso Lucas.
"¿Y cómo lo hacemos?" - preguntó Sofía.
Así, comenzaron a contarle chistes, a bailar y hasta a inventar una historia loca sobre un pez volador que quería ser cantante. El monstruo, poco a poco, se fue riendo hasta que al final, ¡no pudo evitar reír a carcajadas!"¡Está bien, está bien! Los libros están en el castillo, pero sólo porque me divertirán con sus historias!" - anunció el monstruo con un brillo juguetón en sus ojos.
Los chicos, emocionados, siguieron al monstruo hasta su castillo. Allí encontraron tres libros brillantes.
"¡Por fin!" - gritaron todos al unísono.
El dragón, después de recuperar los libros, les dijo:
"Gracias, amigos. Aprendieron que leer puede llevarlos a aventuras increíbles. No solo hay dragones y monstruos, sino también héroes, alegría y mucha diversión. ¿Qué dicen? ¿Se animan a leer más?"
"¡Claro que sí!" - respondieron todos con entusiasmo.
Desde ese día, los chicos no solo empiezan a leer más, sino que cada tarde se reunieron en el parque no solo para jugar, sino también para contar historias y compartir aventuras de libros.
Y así, con risas y cuentos, se convirtieron en los mejores amigos del Dragón de las Historias, siempre listos para su próxima aventura literaria.
FIN.