Los cazadores de sombras
Había una vez en un pequeño pueblo rodeado de altas montañas, un grupo de niños llamados Martina, Tomás, Juan y Sofía, que pasaban sus días explorando el bosque y jugando al aire libre. Un día, mientras jugaban a las escondidas, Martina observó una sombra extraña que se movía de forma misteriosa entre los árboles.
- ¡Chicos, vengan rápido! ¡Miren esa sombra que se mueve! - exclamó Martina emocionada.
Los demás niños se acercaron y observaron con curiosidad. Estaban seguros de que no era una sombra causada por la luz del sol, sino algo más mágico y misterioso.
- ¿Creen que es una sombra de verdad? - preguntó Tomás con los ojos muy abiertos.
Sofía, la más valiente del grupo, tomó la iniciativa.
- ¡Vamos a descubrirlo! ¡Vamos a cazar esa sombra! - exclamó decidida.
Los niños se adentraron en el bosque, siguiendo la pista de la misteriosa sombra. Mientras tanto, se encontraron con diversos desafíos y peligros que pusieron a prueba su valentía y trabajo en equipo. Enfrentaron un río con aguas turbulentas, un puente desmoronado y una cueva oscura llena de murciélagos.
Finalmente, llegaron a un claro en el bosque donde descubrieron que la sombra misteriosa no era más que un grupo de luciérnagas que brillaban en la oscuridad.
- ¡Es increíble! ¡Son las luciérnagas las que formaban esa sombra! - exclamó Juan asombrado.
Los niños se rieron y sintieron una gran satisfacción por completar su misión. Aprendieron que, a veces, lo que parece misterioso y asustadizo puede tener una explicación simple y hermosa.
Desde ese día, los niños se convirtieron en los cazadores de sombras del pueblo, siempre dispuestos a explorar, aprender y descubrir los secretos del bosque.
FIN.