Los cerditos y el lobo reformado
Érase una vez, en un bosque encantado, tres cerditos llamados Pipo, Lila y Tito. Cada uno decidió construir su casa: Pipo eligió paja, Lila optó por madera y Tito, el más precavido, decidió hacer su casa de ladrillos.
Un día, apareció un lobo hambriento que, al ver a los cerditos, dijo:
"¡Buenos días, cerditos! Estoy muy, muy hambriento. ¿Quieren jugar a un juego?"
Los cerditos se miraron entre ellos, dudando si confiar en el lobo. Sin embargo, Pipo, el más curioso, decidió dar una oportunidad.
"¿Qué tipo de juego, lobo?"
"Un juego donde el perdedor se convierte en mi comida", respondió el lobo con una sonrisa traviesa.
Lila, asustada, dijo:
"¡No, no! No quiero ser comida."
"Yo tampoco", agregó Tito, "pero, ¿y si hacemos un trato? ¿Podemos jugar sin esas reglas?"
"Desafío aceptado", respondió el lobo, intrigado por su sugerencia.
Así, los cerditos y el lobo comenzaron a jugar diferentes juegos: carreras, escondidas y hasta contar historias. Sin embargo, cada vez que los cerditos ganaban un juego, el lobo se sentía más triste. Un día, después de una emocionante partida de ajedrez, el lobo dijo:
"No entiendo, siempre que los desafío, ustedes ganan. Pero en lugar de comerlos, me siento más alegre compartiendo con ustedes."
"¿Entonces podrías dejar de pensar en comernos?", preguntó Lila.
El lobo se quedó en silencio por un momento y respondió:
"Nunca lo había pensado. Siempre fui visto como el malo de la historia... Pero quizás pueda ser diferente."
Los cerditos se emocionaron al ver que el lobo quería cambiar. Era una oportunidad única. Decidieron enseñarle sobre la amistad y la importancia de ser buenos entre sí.
"¡Hagamos una fiesta!", sugirió Tito. "Invitemos a todos en el bosque."
Con esfuerzo, los cerditos y el lobo comenzaron a trabajar juntos. Hicieron decoraciones, cocinaron y, sobre todo, se divirtieron. El día de la fiesta, todos los animales del bosque llegaron al encuentro. Al ver al lobo, algunos se asustaron, pero los cerditos le dieron la mano.
"¡Este lobo es nuestro amigo! No deben tener miedo. ¡Vengan a bailar!"
Los animales pronto se dieron cuenta de que el lobo no era el monstruo que pensaban. Bailaron, rieron y disfrutaron de una deliciosa merienda. Al final del día, el lobo se sintió feliz y querido, algo que nunca había experimentado antes.
"Gracias, amigos. Nunca imaginé que podría ser parte de algo tan bonito. Si ustedes me aceptan, prometo cuidar de ustedes y de todo el bosque."
"¡Claro!", gritaron los cerditos.
Desde ese día, el lobo se volvió el protector del bosque. Junto a Pipo, Lila y Tito, crearon lazos inquebrantables de amistad.
"¡El lobo no es malo! Es nuestro gran amigo!", decían todos los animales.
Y así, los cerditos y el lobo vivieron felices, recordando siempre que está bien cambiar y que cada uno puede ser lo que decida ser. Lo más importante, comprendieron que a veces, los que parecen ser nuestros enemigos pueden convertirse en nuestros mejores amigos. Fin.
FIN.