Los Churros y el frisbee en equipo


Había una vez un grupo de amigos llamados Los Churros, quienes eran estudiantes universitarios y disfrutaban de compartir actividades al aire libre. Un día, decidieron jugar al frisbee en el parque cercano a la universidad.

Sin embargo, cuando intentaron armar el frisbee que habían comprado para la ocasión, se dieron cuenta de que no era tan fácil como parecía. Todos los chicos intentaban encajar las piezas del frisbee sin éxito.

"¿Por qué este frisbee es tan difícil de armar?" -se preguntaba Tomás. "No sé, pero deberíamos poder hacerlo" -respondió Sofía con determinación. Pero después de varios intentos fallidos, comenzaron a sentirse frustrados y desanimados.

Fue entonces cuando apareció una niña pequeña que estaba jugando cerca de ellos. "Hola chicos ¿necesitan ayuda?" -preguntó la niña sonriendo. Los Churros se sorprendieron por su amabilidad y aceptaron su ayuda.

La niña les mostró cómo armar el frisbee paso a paso y les explicó por qué cada pieza era importante para su funcionamiento adecuado. Mientras trabajaban juntos para armar el frisbee, los chicos comenzaron a darse cuenta de lo mucho que podían aprender unos de otros si estaban dispuestos a escuchar y trabajar juntos como equipo.

Y aunque la tarea resultó más difícil de lo esperado, finalmente lograron armar el frisbee gracias a la ayuda de la pequeña niña. "Gracias por tu ayuda" -dijo Sofía emocionada-. "Nunca hubiéramos podido hacerlo sin ti".

"De nada" -respondió la niña con una sonrisa-. "Siempre es mejor trabajar juntos y aprender de los demás". Los Churros se dieron cuenta de que, aunque habían enfrentado un desafío, lo importante era haber trabajado juntos para superarlo.

Y prometieron seguir aprendiendo unos de otros y apoyándose mutuamente en todo lo que hicieran. Y así, gracias a la ayuda de una pequeña niña, Los Churros lograron armar el frisbee y disfrutar de un día maravilloso al aire libre.

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