Los Cinco Burros de Don Tomás
Era un día soleado en el pintoresco pueblo de Loma Alta, donde Don Tomás decidió que era hora de ampliar su granja. Después de muchos días de ahorro, se dirigió al mercado para comprar burros que le ayudarían a transportar su cosecha. Al llegar, se encontró con una oferta de cuatro burros. "¡He comprado cuatro burros!"- exclamó Don Tomás emocionado, mientras contaba el dinero con sus manos temblorosas. "¡Eso es!"- dijo el vendedor mientras los burros rebuznaban alegremente.
Don Tomás montó uno de los burros, un robusto y cariñoso llamado Lucho. "Vamos, Lucho, a casa!"- le dijo mientras el burro comenzaba a andar. Por el camino, Don Tomás decidió contar los burros para asegurarse de que había hecho una buena compra. "Uno, dos y tres..."- empezó a contar, pero no se dio cuenta que estaba montado en el cuarto burro. Al llegar a casa, se encontró con su esposa, Doña Clara, que lo esperaba con una sonrisa.
"Mira, Clara, compré cuatro burros, pero solo traigo tres... ¡qué raro!"- dijo Don Tomás, frunciendo el ceño mientras acariciaba el cuello de Lucho.
Doña Clara, siempre ágil e ingeniosa, lo miró a los ojos y le dijo: "¿Cómo que tienes tres si yo veo cinco?"-
Don Tomás quedó confundido. "¿Cinco? Solo veo tres, es imposible..."- contestó, rascándose la cabeza.
"Vamos a ver cuál es el truco."- dijo Doña Clara con una sonrisa traviesa. Juntos se fueron al corral, donde Don Tomás comenzó a contar de nuevo. "Uno, dos y tres... ¡pero no puedo contarlos todos!"-
"Claro que sí, querido. Estás contando mal"- rió Clara. "Tienes que dejar de mirar solamente a los burros delante tuyo. ¡Mirá también el que va detrás!"-
Por fin, Don Tomás se dio cuenta de que Lucho, el burro en el que montaba, había quedado fuera de su conteo. "¡Oh! En realidad hay cuatro. ¡No estaba contando a Lucho!"- exclamó, riendo.
A la mañana siguiente, Don Tomás decidió hacer una pequeña competencia para enseñarle a la gente del pueblo la importancia de contar bien. "Señores y señoras, hoy haremos una carrera de burros. ¡Quien realice el mejor conteo, gana un saco de maíz!"- ofreció a todos.
Los niños se emocionaron y comenzaron a contar los burros. Pero algunos de ellos, como Don Tomás, se olvidaron de mirar a su alrededor. Durante la carrera, uno de los burros se quedó atrás y todos comenzaron a gritar. "¡Uno, dos, tres... no puedo encontrar al cuarto burro!"- decían algunos.
Don Tomás, que estaba observando desde el lado, recordó la confusión que tuvo con su compra y decidió ayudar. "¡Recuerden contarles a todos! No se olviden de mirar a su alrededor!"- gritó.
Los niños, al escuchar a Don Tomás, comenzaron a contar de nuevo. "Uno, dos, ¡y Lucho está aquí! ¡Cuatro burros!"-
La carrera fue un gran éxito. Todos aprendieron la lección de contar con atención, mirar a su alrededor y no dejar que nada se escapara de su vista. Desde aquel día, Don Tomás se convirtió en un gran maestro contable para todos los niños del pueblo, compartiendo su experiencia y risas.
Y así, la lección de contar correctamente con alegría se extendió por todo Loma Alta, gracias a los cinco burros de Don Tomás.
FIN.