Los Cinco Monitos y su Gran Aventura Escolar



Había una vez, en un frondoso bosque de flores de colores, cinco pequeños monitos traviesos: Mono Pablo, Mono Lucas, Mono Sofía, Mono Carla y Mono Nacho. Todos estaban muy emocionados porque era el primer día de clases y se iban a la escuela del árbol grande.

- ¡Vamos, chicos! - dijo Mono Pablo con una sonrisa. - ¡Hoy aprenderemos cosas nuevas!

- ¡Sí! - respondieron todos al unísono, saltando de un lado a otro.

Cuando llegaron a la escuela, se encontraron con un gran cartel que decía: “¡Bienvenidos a la Escuela del Arbolito Sabio! ”. Había una gran puerta de color amarillo y muchas flores alrededor.

- ¡Miren qué lindo! - exclamó Mono Sofía, mientras contemplaba las mariposas que revoloteaban.

Al ingresar, conocieron a su maestra, la sabia Tortuga Teresa, que les sonrió con dulzura.

- ¡Hola, pequeños monitos! Hoy aprenderemos sobre la amistad y la importancia de ayudarnos mutuamente.

Los monitos estaban fascinados y poco a poco comenzaron a jugar y experimentar con diferentes actividades.

Primero, jugaron en la zona de juegos, donde había una gran resbaladilla azul.

- ¡Yo quiero ser el primero! - gritó Mono Lucas, corriendo hacia la resbaladilla.

- ¡Espera! - dijo Mono Carla un poco preocupada. - Sé que tienes muchas ganas, pero debemos turnarnos para que todos podamos jugar.

- Tienes razón - aceptó Mono Lucas, bajando un poco la cabeza. - ¡Vamos a turnarnos!

Así, los cinco monitos se turnaron, y todos se divirtieron muchísimo deslizándose por la resbaladilla.

Luego, pasaron a la clase de arte, donde tenían que pintar. Había pinceles de todos los colores y hojas grandes para pintar.

- ¡Quiero hacer un sol! - dijo Mono Nacho mientras salpicaba pintura amarilla por todos lados, llenando su hoja de alegría.

- ¡Yo haré un arcoíris! - dijo Mono Sofía, echando mano de todos los colores que había.

Pero, de repente, Mono Pablo comenzó a sentir celos porque su pintura no parecía tan bonita como la de los demás.

- ¡Mis colores no son tan lindos como los suyos! - se quejó, cruzando los brazos.

- ¡Pero lo que importa es que tú lo hiciste! - le dijo Mono Carla. - Cada uno tiene su propio estilo.

Mono Pablo sonrió y se dio cuenta de que su pintura, aunque diferente, también era hermosa.

Finalmente, llegó la hora del recreo y decidieron salir al patio, donde había un hermoso árbol frutal lleno de deliciosas bananas.

- ¡Qué rico! - exclamó Mono Lucas mientras miraba las bananas.

- ¡Vamos a compartir! - dijo Mono Sofía, recordando lo que habían aprendido durante el día.

Así que se sentaron todos juntos a comer, compartiendo las bananas. Rieron y jugaron, disfrutando de la compañía.

Cuando el día llegó a su fin, la Tortuga Teresa los reunió para despedirlos.

- Estoy muy orgullosa de ustedes, pequeños monitos. Recuerden siempre lo que aprendieron hoy: la amistad y el compartir son importantes.

Los monitos se miraron entre sí, llenos de alegría.

- ¡Sí, maestra! - dijeron todos sonriendo.

Y así, los cinco monitos regresaron a casa, felices de haber aprendido sobre la amistad y cómo ayudarse unos a otros.

A partir de ese día, sabían que en la escuela, al igual que en la vida, siempre había lugar para ser amigos y apoyarse mutuamente.

Y colorín colorado, este cuento se ha terminado.

FIN.

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