Los Cinco Patitos y la Gran Aventura



Había una vez cinco patitos que vivían en una granja con un lago inmenso. Aquel día, el sol brillaba radiante en el cielo y los patitos decidieron que era el momento perfecto para disfrutar de un buen chapuzón.

"¡Vamos a nadar!" gritó el primer patito, emocionado, mientras saltaba al agua.

"¡Yo voy después!" dijo el segundo patito, siguiendo al primero.

"Y yo después de ustedes, no me quiero quedar atrás" dijo el tercero, mientras se lanzaba en un zambullido.

"Siempre me perderé de la diversión si no soy rápido!" rió el cuarto patito, nadando rápidamente hacia el centro del lago.

Para entonces, el quinto patito, el más pequeño, aún no había entrado al agua. Estaba dudando.

"¿Qué pasa, patito?" preguntó el primero, al darse cuenta de que su hermano no estaba con ellos.

"No sé si debo nadar solo, tengo miedo de perderme y no poder volver a casa", respondió el quinto patito con un leve temblor en su voz.

"No te preocupes", le dijo el segundo patito. "Siempre estamos juntos. Si te quedas cerca de nosotros, estaremos todos juntos, ¡y así será más divertido!"

El quinto patito miró a sus hermanos. Todos estaban divirtiéndose en el agua. Entonces, decidió intentarlo.

"Está bien, voy a nadar, pero no me alejaré mucho" dijo con determinación.

Y zambulléndose con todo su empeño, el quinto patito se unió a ellos. Se rieron y chapotearon, haciendo olas de diversión.

Sin embargo, de repente, un fuerte viento comenzó a soplar.

"¿Qué es eso?" exclamó el tercero.

"¡Es un viento muy fuerte!" gritó el cuarto, mientras trataba de mantener el equilibrio.

"¡Vamos a refugiarnos en la orilla!" sugirió el segundo.

"Pero la orilla está lejos" dijo el primero, preocupado.

"Si todos nadamos juntos, podremos hacerlo" alentó el quinto patito, quien ya había superado su miedo.

Así que todos nadaron juntos en una fila, siguiendo al mayor. El viento soplaba, pero los cinco patitos se apoyaban mutuamente.

Finalmente, llegaron sanos y salvos a la orilla.

"¡Lo logramos!" gritaron todos, felices y aliviados.

"Gracias por ayudarme a nadar" dijo el quinto patito.

"No hay de qué, siempre estamos juntos" respondió el primero, a lo que el resto asintió.

Y así, los cinco patitos aprendieron que, unidos, podían enfrentar cualquier desafío. Desde aquel día, nadaron, jugaron y compartieron aventuras, siempre apoyándose unos a otros.

El sol se escondió poco a poco, pero la verdadera luz de su día fue el amor y la valentía que habían descubierto juntos.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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