Los cinco sentidos de Mateo



Había una vez un niño llamado Mateo que vivía en un pequeño pueblo rodeado de montañas. Mateo era curioso y siempre estaba buscando nuevas aventuras para explorar.

Un día, mientras caminaba por el bosque, se encontró con un viejo sabio llamado Don Ignacio. Don Ignacio le dijo a Mateo: "¡Hola joven amigo! Veo que tienes muchas ganas de aprender y descubrir cosas nuevas".

Mateo asintió emocionado y preguntó: "¿Qué puedo hacer para cuidar mi cuerpo y estar sano?"El sabio sonrió y respondió: "Mi querido Mateo, la clave está en cuidar tus sentidos. Tienes cinco sentidos maravillosos que debes proteger".

Mateo se sorprendió al escuchar esto y preguntó: "¿Cuáles son esos cinco sentidos? ¿Cómo puedo cuidarlos?"Don Ignacio explicó pacientemente: "Tus cinco sentidos son la vista, el oído, el olfato, el gusto y el tacto. Si aprendes a cuidarlos correctamente, te mantendrás sano". Intrigado, Mateo preguntó cómo podía empezar a cuidar sus sentidos.

Don Ignacio le dio un frasco lleno de hojas aromáticas y le dijo: "Para cuidar tu sentido del olfato, huele estas hojas todos los días antes de dormir. Te ayudará a mantenerlo agudo".

Mateo siguió al pie de la letra las instrucciones del sabio. Cada noche respiraba profundamente ese aroma relajante antes de acostarse. Un día, mientras exploraba cerca del río, Mateo escuchó un ruido extraño. Se acercó con cautela y encontró a un grupo de pájaros cantando melodías hermosas.

Quedó fascinado por el sonido y decidió cuidar su sentido del oído. Don Ignacio le sugirió: "Escucha música suave y evita los ruidos fuertes. Así mantendrás tus oídos felices".

Mateo siguió ese consejo y comenzó a escuchar música relajante todas las noches antes de dormir. Esto ayudaba a calmar su mente y mantener sus oídos en buen estado. Un día, mientras Mateo jugaba en el jardín, vio una mariposa posada sobre una flor colorida.

Quiso acercarse para verla mejor, pero sus ojos se sentían cansados. Corrió hacia Don Ignacio y le preguntó: "¿Cómo puedo cuidar mis ojos?"El sabio respondió: "Descansa tus ojos después de pasar mucho tiempo frente a la pantalla con juegos electrónicos.

Además, come frutas y verduras que sean buenas para tu vista". Mateo siguió al pie de la letra estos consejos. Limitaba su tiempo frente a la pantalla y comía zanahorias todos los días para mantener sus ojos sanos.

A medida que Mateo aprendía a cuidar sus sentidos, se dio cuenta de lo importante que era también cuidar su sentido del gusto y del tacto.

Don Ignacio le enseñó que debía comer alimentos saludables para disfrutar mejor los sabores, como frutas frescas y verduras crujientes. También le recordaba lavarse las manos regularmente para mantener limpio su sentido del tacto. Con el paso del tiempo, Mateo se convirtió en un niño saludable y feliz.

Cuidaba sus sentidos y disfrutaba de cada experiencia con una mayor intensidad. Un día, mientras caminaba por el bosque, Mateo se encontró nuevamente con Don Ignacio. Esta vez, el sabio tenía una sonrisa orgullosa en su rostro.

"¡Mateo! Me alegra verte tan sano y feliz", exclamó Don Ignacio. Mateo le agradeció al sabio por todos los consejos que le había dado y cómo habían transformado su vida para mejor. Desde ese día, Mateo siguió cuidando sus sentidos para estar siempre sano.

Y así, vivió muchas más aventuras emocionantes y descubrió la belleza del mundo que lo rodeaba gracias a sus cinco maravillosos sentidos.

FIN.

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