Los Collares Brillantes


Había una vez un grupo de amigos llamados Lucas, Sofía, Martín, Valentina y Tomás. Siempre jugaban juntos en el parque cerca de su casa. Eran muy divertidos, pero tenían un problema: les costaba mucho escucharse entre ellos.

Un día, mientras estaban jugando a la pelota, se dieron cuenta de que siempre se interrumpían unos a otros y nadie parecía entender lo que querían decir. Se sentaron en el césped y discutieron sobre cómo podrían solucionar ese problema.

"¡Chicos! ¡Tenemos que encontrar una forma de comunicarnos mejor!"- exclamó Lucas con entusiasmo. "Sí, necesitamos aprender a escuchar y respetar las opiniones de los demás"- agregó Sofía.

Los cinco amigos decidieron ir en busca del sabio del pueblo para pedirle ayuda. Caminaron por el bosque hasta llegar a una pequeña cabaña donde vivía el sabio. El sabio los recibió amablemente y les preguntó cuál era su problema.

Los niños explicaron que no podían entenderse entre sí porque siempre hablaban al mismo tiempo. El sabio sonrió y dijo: "Tengo algo especial para ustedes". Les mostró cinco collares mágicos con cristales brillantes.

Cada collar tenía un color diferente: azul para Lucas, rosa para Sofía, verde para Martín, amarillo para Valentina y rojo para Tomás. "Estos collares mágicos los ayudarán a escucharse mejor", les dijo el sabio mientras colocaba los collares alrededor del cuello de cada niño.

Inmediatamente después de ponerse los collares, los amigos notaron que algo extraño sucedía. Cada vez que uno de ellos hablaba, el cristal de su collar brillaba intensamente. Pero cuando dos o más intentaban hablar al mismo tiempo, sus collares se apagaban.

"¡Wow! ¡Los collares nos ayudan a saber quién debe hablar en cada momento!"- exclamó Martín emocionado. Los niños comenzaron a practicar con sus nuevos collares mágicos. Aprendieron a esperar su turno para hablar y escucharse unos a otros.

Descubrieron que cuando prestaban atención y respetaban las opiniones de los demás, podían comunicarse mucho mejor. Con el tiempo, los amigos se volvieron expertos en escucha activa y aprendieron a expresar sus ideas sin interrumpirse.

Jugar juntos se convirtió en una experiencia aún más divertida porque todos podían compartir sus pensamientos sin problemas. Un día, mientras estaban jugando en el parque, un niño nuevo llamado Juanito se acercó al grupo y les preguntó si podía unirse a ellos.

Los cinco amigos lo miraron sonrientes y le explicaron cómo funcionaban sus collares mágicos. Juanito estaba emocionado por la oportunidad de jugar con ellos y aprender sobre la importancia de escucharse mutuamente.

Se puso un collar mágico blanco que le había dado el sabio del pueblo especialmente para él. Desde ese día, Lucas, Sofía, Martín, Valentina, Tomás y Juanito formaron un equipo increíblemente unido. Gracias a los collares mágicos aprendieron una valiosa lección: la importancia de escuchar atentamente para entenderse mejor y construir amistades fuertes.

Y así, el grupo de amigos vivió muchas aventuras juntos, siempre recordando la importancia de escucharse y respetarse mutuamente.

Y cada vez que alguien tenía algo importante que decir, los collares mágicos brillaban para asegurarse de que todos pudieran escucharlo.

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