Los Colores de la Amistad
Era un soleado día en la sala de 5 años del jardín de infantes, donde la maestra Laura había preparado un proyecto especial para sus alumnos. Todos estaban emocionados por aprender sobre los colores y cómo estos podían expresar sus emociones.
"Hoy vamos a pintar nuestra propia obra maestra, y con eso, vamos a representar cómo nos sentimos" - anunció la maestra Laura, mientras mostraba las pinturas brillantes sobre la mesa.
Los niños, con los ojos llenos de brillo, comenzaron a elegir sus colores favoritos. Entre ellos se encontraba Julián, un nene muy alegre que siempre pintaba sonrisas; y su hermano menor, Mateo, que empezaba a dar sus primeros pasos en el mundo de la pintura.
"Juli, ¿me dejás elegir un color tuyo para mi pintura?" - preguntó Mateo con un tono esperanzado.
"Claro, Mati. Pero el rojo es el color más lindo y yo lo necesito para mi sol" - respondió Julián.
Mateo hizo pucheros, sintiéndose un poco triste porque él también quería usar el rojo. La maestra Laura al notar el ambiente tenso, se acercó a ellos.
"Chicos, ¿qué pasa aquí?" - preguntó con voz dulce.
"Mateo quiere el rojo y yo lo necesito para mi sol" - explicó Julián.
Laura sonrió, entendiendo la situación.
"Sabes, chicos, a veces podemos encontrar soluciones en lugar de dividirnos. ¿Qué les parece si usamos el color rojo juntos? Julián puede pintar el sol y Mateo puede agregar un lindo corazón debajo" - sugirió, dejando volar su imaginación.
Después de un momento de reflexión, Julián asintió con la cabeza.
"Está bien, Mati. Vamos a hacerlo juntos." - dijo.
Así, empezaron a compartir el rojo y a reírse mientras creaban una obra juntos. La pintura fue un éxito, llena de un sol brillante y un corazón tierno.
Pero el verdadero giro llegó cuando la maestra Laura decidió exhibir la obra en la entrada del jardín. _"Los colores de la amistad"_ - fue el título que eligió. Todos los padres que pasaban empezaron a elogiar su trabajo.
Un día, visitó al jardín la mamá de Mateo y se quedó asombrada al ver a su hijo pintando con su hermano.
"¡Mirá qué colorido! ¿Mateo, hiciste esto?" - preguntó ella.
"Sí, mamá. Y lo hicimos compartiendo el color rojo" - respondió Mateo orgulloso.
La mamá de Mateo se sintió muy emocionada y le dedicó unas palabras.
"Lo más hermoso de este cuadro, hijos, no son solo los colores, sino que lo pintaron juntos. Eso es lo que hace que la amistad sea tan fuerte: compartir y ayudar a los demás".
Ese día, Julián y Mateo volvieron a casa con una sonrisa y la enseñanza de que los colores, al igual que los sentimientos, se pueden compartir, y que juntos pueden crear cosas asombrosas.
Desde ese entonces, cada vez que un color se ofrecía, ya no había más pucheros, sino un montón de risas y nuevas creaciones.
Y así, con cada nueva obra de arte, los hermanos y sus amigos aprendieron que la verdadera belleza viene de compartir, no solo los colores, sino también los momentos felices.
Fin.
FIN.