Los Colores de la Libertad
Había una vez, en un pueblito lleno de colores en el corazón de Panamá, un grupo de niños aventureros que soñaban con ser grandes héroes. Sus nombres eran Sofía, Miguel y Tomás. Un día, mientras jugaban en la plaza del pueblo, encontraron un viejo libro en la biblioteca de su escuela. El libro, cubierto de polvo, hablaba de la historia de Panamá.
"Miren esto, chicos!" - exclamó Sofía, señalando con entusiasmo la fecha 21 de noviembre de 1821.
"¿Qué significa?" - preguntó Miguel, con sus ojos iluminados de curiosidad.
"¡Es la independencia de Panamá de España!" - respondió Sofía, leyendo las palabras en voz alta.
Emocionados por su descubrimiento, decidieron que era hora de llevar la historia a la vida. Decidieron hacer un pequeño desfile para celebrar la independencia.
El día del desfile, los niños se vistieron con trajes coloridos inspirados en los símbolos patrios. Sofía llevaba una blusa roja, Miguel un pantalón blanco y Tomás una camiseta azul.
"¡Vamos, salgamos a mostrar nuestros colores!" - gritó Tomás mientras agitaba una banderita.
Y así, los tres amigos marcharon por las calles de su pueblo, empezando en la plaza y siguiendo hasta el parque. De repente, se encontraron con algunos ancianos que observaban el desfile con sonrisas y orgullo en sus rostros.
"¡Ah, la juventud!" - dijo don Ramón, con una voz cargada de emoción. "Ustedes son el futuro de nuestro país. Pero, ¿saben por qué celebramos también el 3 de noviembre?"
"¿Por qué?" - preguntó Miguel, intrigado.
"¡Ese día Panamá se separó de Colombia en 1903!" - explicó don Ramón. "Y el 4 de noviembre es el Día de los Símbolos Patrios. Ustedes están honrando a todos los que lucharon por la libertad."
Los niños escucharon atentamente, dándose cuenta de que su desfile no solo era un juego, sino también un tributo a la historia de su país.
Después de varios días de ensayo, el gran día llegó. Decidieron hacer una pequeña obra de teatro en la escuela para contar la historia de la independencia.
En el escenario, Sofía representó a una valiente mujer indígena que defendía su hogar en el primer grito de independencia el 10 de noviembre de 1821.
"¡Libertad!" - gritó Sofía con una voz poderosa, mientras los otros niños, como guerreros y guerreras, la rodeaban.
Miguel, con una chaqueta de papel que hacía parecer que llevaba una capa, hizo de un héroe que luchaba contra las injusticias.
"¡Por nuestra tierra!" - aulló Miguel, mientras movía su espada de cartón.
El público aplaudió con entusiasmo, y entre la multitud, don Ramón sonreía con lágrimas en los ojos.
Los niños terminaron su obra con una canción sobre la paz y la libertad, recordando siempre la historia que los unía.
"Esto fue increíble. ¡Deberíamos hacer esto todos los años!" - dijo Tomás emocionado después del espectáculo.
"Sí, y cada año podemos aprender más sobre nuestra historia y nuestros símbolos patrios!" - agregó Sofía.
Miguel asintió, sonriendo.
"No sólo es importante festejar, también es crucial recordar y enseñar a otros. Así hacemos que la libertad no se olvide nunca."
Desde aquel día, los tres amigos se comprometieron a ser embajadores de la historia de Panamá. Cada marzo, cuando comenzaba el año escolar, organizaban talleres en su escuela para compartir lo aprendido y celebrar la diversidad de su pueblo.
Y así, los colores de la libertad vivieron en el corazón de cada niño, recordando siempre la importancia de la independencia.
Porque la libertad no es solo un regalo del pasado. ¡Es un compromiso del presente para construir un futuro brillante!
Y mientras los años pasaban, Sofía, Miguel y Tomás siguieron inspirando a sus amigos a conocer y amar su historia. Un pequeño desfile se convirtió en un gran festival lleno de música, danza y alegría en su amado Panamá.
FIN.