Los Colores de la Plaza



En un pequeño pueblo llamado Lago Verde, había una plaza llena de árboles frondosos y un gran tobogán. Todos los días, al salir de la escuela, un grupo de niños se reunía para jugar. Entre ellos estaban Tomás, que siempre llevaba una gorra roja; Sofía, que tenía muletas porque había tenido un accidente; y Lucas, que era muy bueno dibujando y siempre traía hojas para colorear.

Un día soleado, mientras jugaban a la pelota, Sofía se cayó al suelo.

"¡Ay!" gritó Sofía, mientras se restregaba la rodilla.

"¿Te lastimaste?" preguntó Tomás, acercándose con preocupación.

"No, solo me tropecé. A veces me pasa porque no puedo correr tan rápido como ustedes", respondió Sofía con una sonrisa.

"No importa, somos un equipo, así que siempre jugamos al ritmo de todos", dijo Lucas, mientras le pasaba una hoja para que dibujara en su lugar.

Esa tarde, decidieron hacer una carrera. Todos querían ser los más rápidos.

"Voy a ganar, ¡soy el más veloz!" exclamó Tomás.

"No tan rápido, Tomás. Vamos a hacerlo justo. ¿Qué te parece si organizamos equipos de diferentes maneras?", sugirió Lucas.

"¿Cómo?" preguntó Sofía, emocionada.

"Podemos jugar como un equipo de colores. Cada uno va a ser un color y vamos a correr juntos de esa manera", explicó Lucas.

Todos estuvieron de acuerdo y decidieron que Tomás sería el rojo, Sofía el azul y Lucas el verde. Todos se dieron cuenta de que, aunque eran diferentes, cada uno de ellos tenía su propio color.

Cuando escucharon la cuenta regresiva, todos se prepararon para correr.

"¡Uno! ¡Dos! ¡Tres!" gritó Lucas.

Los niños comenzaron a correr. A pesar de que Sofía no podía ir tan rápido, los demás la alentaban.

"Vamos, Sofi, ¡tú puedes!" gritó Tomás, animada.

Sofía se dio cuenta de que sus amigos estaban corriendo a su lado, adaptándose para que ella no se sintiera sola. Así, juntos llegaron a la meta.

"¡Ganamos!" gritaron todos al cruzar la línea de llegada, riendo y abrazándose.

Desde ese día, en lugar de jugar a ser los más rápidos, comenzaron a disfrutar del juego juntos, saltando, corriendo y haciendo competencias de creatividad. Decidieron organizar una serie de juegos donde cada uno podría mostrar su talento especial. Sofía se convirtió en la artista del grupo, creando carteles coloridos, mientras que Lucas organizaba las actividades.

Sin embargo, un día llegaron a la plaza unos nuevos niños del pueblo que no conocían. Estos niños, Lucas y Sofía, se miraron curiosos.

"¿Qué hacemos? Ellos no parecen tan amigables..." murmuró Sofía.

"No podemos dejar que se sientan solos, tenemos que invitarlos para jugar", dijo Tomás con valentía.

Entonces, Tomás acercándose a los nuevos niños, dijo:

"¡Hola! Somos del pueblo y estamos jugando a los juegos de colores. ¡¿Quieren unirse? !"

Los nuevos niños, un poco tímidos al principio, respondieron alegres.

"¡Claro! Nos encantaría. Yo soy Diego y ella es Valentina", dijo uno de ellos.

Así comenzó la aventura de todos juntos. Cada vez que jugaban, aprendían cosas nuevas sobre las diferencias de cada uno. Diego tenía una habilidad increíble para contar historias y Valentina inventaba juegos que jamás habían imaginado.

Con el paso del tiempo, la plaza se convirtió en un lugar donde todos eran bienvenidos y las diferencias se celebraban. Un día, Sofía tuvo una idea.

"¡Vamos a hacer un mural en la plaza que muestre nuestros colores juntos!" propuso emocionada.

Los niños se pusieron manos a la obra, pintando el mural con todos sus colores y cada uno aportando algo especial. Finalmente, cuando lo terminaron, miraron su obra y se sintieron verdaderamente orgullosos.

"¡Esto es hermoso! ¡Es nuestro trabajo juntos!" dijo Lucas.

Ante el mural, los niños comprendieron que sus diferencias los hacían únicos y que juntos formaban una comunidad vibrante. Aprendieron que un lugar lleno de colores es más hermoso que uno lleno de lo mismo y que, al aceptarse unos a otros, habían creado un entorno lleno de amistad y diversión.

Y así, en la plaza de Lago Verde, los niños siguieron jugando, creando y aceptando sus diferencias, porque cada uno era un color especial en la paleta de la vida.

FIN.

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