Los colores de las emociones



Era un día soleado en el aula de segundo grado de la escuela Rey de la Alegría. Los alumnos estaban emocionados porque la maestra Ana había anunciado un proyecto especial: crear un mural que representara las emociones. "Hoy vamos a sentir y aprender sobre nuestras emociones, ¡y al final, las plasmaremos en una obra de arte!"-, dijo Ana con una sonrisa.

Los chicos se miraron entre ellos con curiosidad. "¿Qué son las emociones?"-, preguntó Tomás, un niño con cabello alborotado.

"Las emociones son los sentimientos que tenemos"-, explicó Ana. "Pueden ser alegría, tristeza, enojo, miedo y muchos más. A veces son como colores: pueden hacernos sentir bien o mal"-.

"¿Y cómo vamos a pintar eso?"-, preguntó Sofía, una niña muy creativa.

"Cada uno de ustedes elegirá una emoción y la representará con un color. Luego, uniremos todos los colores para hacer un hermoso mural"-.

Los alumnos comenzaron a pensar. Lucía eligió el amarillo para la alegría, el color que más le gusta.

"Voy a pintar un sol sonriente, porque me siento feliz cuando juego con mis amigas"-, dijo mientras dibujaba.

En cambio, Julián eligió el azul para la tristeza.

"A veces me siento triste cuando me tengo que ir de la casa de mi abuela. Así que voy a dibujar una nube con gotas de lluvia"-.

Sofía, que escogió el rojo para el enojo, dijo: "Yo dibujaré un volcán, porque a veces me enojo mucho si me quitan un juguete"-.

"¡Eso está genial!"-, aplaudió Lucía. "Y yo voy a pintar unos arcoíris para mostrar cómo la alegría puede venir después de la tristeza"-.

Pero había un pequeño problema. Martín, un niño que siempre se quedaba en silencio, parecía confundido y no sabía qué emoción elegir.

"¿Por qué no eligís uno, Martín?"-, lo alentó Sofía.

"No sé... no tengo ninguna emoción especial"-, respondió con voz baja.

La maestra se acercó a él. "¿Sabés? Todas las emociones son importantes, incluso las que no conocemos muy bien. A veces, la confusión también es una emoción. Puedes usar un color que represente eso"-.

"Podría usar el gris"-, resonó Martín. "Es como cuando no estoy ni feliz ni triste"-.

Ana sonrió. "Perfecto, Martín. Esas son las emociones que vamos a plasmar: las que conocemos y también las que estamos descubriendo"-.

Con el tiempo, los niños trabajaron felices en sus colores y murales. Pero un día, al llegar a la escuela, estaban un poco nerviosos. Había una tormenta afuera.

"¡No me gusta el trueno!"-, gritó Julián.

"A mí me da miedo"-, agregó Sofía, abrazando su silla.

La maestra Ana los miró y dijo: "No se preocupen. El miedo es una emoción que todos sentimos. Pero también podemos aprender a enfrentarlo. A veces, respirar despacio ayuda"-.

Unidos, los alumnos cerraron los ojos y respiraron juntos. "In... y out..."- repitieron.

Cuando la tormenta aumentó, Lucía dijo: "Puede ser aterrador, pero también puede ser hermoso ver cómo llueve"-.

Todos empezaron a mirar por la ventana y a contar las gotas que caían. Al poco tiempo, los niños comenzaron a reir.

"¡Miren, parece que el cielo tiene carita de sorpresa!"- dijo Sofía. Todos rieron y el miedo se esfumó. Habían aprendido a mirar las emociones desde otro lado.

Al final del proyecto, el mural fue presentado a toda la escuela. Cada niño explicaba su parte.

"Este es el amarillo que simboliza la alegría que siento cuando juego con mis amigos"-, dijo Lucía.

"Y aquí está mi nube gris, que representa la confusión que a veces siento"-, comentó Martín con una gran sonrisa.

La maestra Ana aplaudió. "Hicieron un gran trabajo. Este mural no solo es hermoso, sino que es un reflejo de ustedes mismos. Sus colores, sus emociones"-.

Desde aquel día, los chicos aprendieron que las emociones son importantes y que hablar sobre ellas los unía más. Siempre recordarían que, incluso en los días nublados, el sol podía brillar a través de los colores de sus sentimientos.

FIN.

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