Los colores de Mateo y Luna



Había una vez en un pequeño pueblo llamado Arcoiris, un niño llamado Mateo. Mateo era especial porque tenía la capacidad única de contraer sus emociones.

Cuando estaba feliz, su cuerpo se encogía y saltaba de alegría; cuando estaba enojado, se hacía pequeñito y su carita se ponía roja como un tomate; cuando sentía miedo, temblaba y se escondía en un rincón; y cuando estaba triste, se encerraba en sí mismo como una tortuga.

Un día, mientras Mateo jugaba con sus amigos en el parque del pueblo, llegó una niña nueva llamada Luna. Luna era muy extrovertida y siempre expresaba todas sus emociones sin miedo.

A pesar de ser tan diferentes, Mateo y Luna conectaron rápidamente y se convirtieron en grandes amigos. "¡Hola! Soy Luna. ¿Y tú cómo te llamas?", preguntó curiosa la niña nueva. "Soy Mateo", respondió tímidamente el niño de las emociones que contraen.

"¡Qué interesante! ¿Por qué te pones así cuando estás triste o asustado?""No lo sé... Siempre fui así", contestó Mateo con tristeza. Luna no juzgó a Mateo por ser diferente, al contrario, lo aceptó tal como era y decidió ayudarlo a aprender a controlar sus emociones.

Juntos idearon un plan para enfrentar cada emoción: cuando Mateo sintiera alegría, darían vueltas por el parque hasta que su cuerpo volviera a la normalidad; si sentía ira, contarían hasta diez juntos para tranquilizarse; ante el miedo, Luna le recordaría lo valiente que era y lo acompañaría para superarlo; finalmente, si la tristeza aparecía, buscarían algo divertido para hacer reír a carcajadas.

Los días pasaron y gracias a la ayuda de Luna, Mateo fue aprendiendo a controlar sus emociones. Ya no se encogía tanto cuando algo lo entristecía o enfurecía.

Se sentía más seguro de sí mismo y feliz de tener una amiga tan comprensiva como Luna. Una tarde de primavera, mientras jugaban en el parque nuevamente junto al arcoiris que daba nombre al pueblo, ambos niños escucharon unos gritos desesperados provenientes del bosque cercano.

Sin dudarlo un segundo, corrieron hacia allí para descubrir que un cachorro había caído en un pozo profundo. "¡Tenemos que salvarlo!", exclamó Luna con determinación.

Mateo sintió miedo e inseguridad ante la situación peligrosa pero recordando todo lo aprendido junto a su amiga decidió enfrentar sus temores. Juntos idearon un plan ingenioso utilizando ramas y cuerdas que encontraron cerca del pozo para rescatar al cachorro atrapado. Después de varios intentos fallidos lograron sacarlo sano y salvo del pozo.

La noticia sobre la valentía de los dos niños se extendió rápidamente por todo el pueblo. Desde ese día en adelante, todos admiraban a Mateo por haber superado sus miedos e inseguridades gracias al apoyo incondicional de su amiga Luna.

Y así fue como EL NIÑO DE LAS EMOCIONES QUE CONTRAEN aprendió a controlarlas con ayuda de una gran amistad basada en la aceptación mutua y el apoyo incondicional.

Juntos demostraron que cualquier obstáculo puede ser superado si se enfrenta con valentia y amor hacia uno mismo y hacia los demás. Fin

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!