Los colores del corazón



Había una vez en el cielo un arco iris muy especial. Era el más brillante y hermoso de todos, con colores tan intensos que parecían pintados por la mano de un artista talentoso.

Todos los días se asomaba tímidamente tras las nubes, regalando su belleza al mundo. Un día, mientras jugaba con las nubes, el arco iris tropezó y cayó al suelo.

Al levantarse, se dio cuenta de que algo extraño había ocurrido: ¡había perdido todos sus colores! Ahora era solo una banda blanca en el cielo. -¡Oh no! -exclamó el arco iris con tristeza-. ¿Qué pasó con mis colores? Las nubes intentaron consolarlo, pero nada parecía devolverle sus tonos vibrantes.

Entonces, decidió emprender un viaje por la Tierra en busca de ayuda. En su camino se encontró con una familia de pájaros cantores. "¿Por qué estás tan apagado?", preguntó mamá pájaro.

El arco iris les contó lo sucedido y cómo necesitaba recuperar sus colores para seguir alegrando a todos con su presencia. "No te preocupes", dijo papá pájaro-. Conocemos a alguien que puede ayudarte. Sigue volando hacia el Este y encontrarás al sabio búho".

Siguiendo las indicaciones de los pájaros, el arco iris llegó hasta un frondoso bosque donde habitaba el sabio búho.

"Sabio búho", comenzó timidamente-, ¿puedes ayudarme a recuperar mis colores?"El búho lo miró fijamente con sus grandes ojos amarillos y le dijo:"Para recuperar tus colores debes buscar en lo más profundo de tu corazón y recordar cuál es la verdadera fuente de tu brillo".

Confundido pero decidido a seguir adelante, el arco iris siguió volando hasta llegar a un lago cristalino donde se reflejaban las estrellas del firmamento. Allí vio su imagen descolorida y sintió una chispa en su interior. Recordó todos los momentos felices que había compartido iluminando los días grises y entendió que la verdadera magia estaba dentro de él mismo.

De repente, una luz brillante comenzó a emanar desde su centro y poco a poco sus colores fueron regresando uno por uno: primero el rojo intenso como el fuego, luego el anaranjado cálido como un abrazo, seguido del amarillo radiante como el sol...

así hasta completar todo el espectro multicolor. Lleno de alegría y gratitud, regresó al cielo donde las nubes lo recibieron con júbilo.

Desde ese día, cada vez que aparece en lo alto del horizonte lleva consigo la lección aprendida: la verdadera belleza reside en nuestro interior y cuando dejamos brillar nuestra luz propia podemos iluminar incluso los días más oscuros. Y colorín colorado este cuento ha terminado.

FIN.

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