Los Conejitos Aventureros



Había una vez, en un bosque encantado, tres conejitos hermanos llamados Flopy, Tito y Pelusa. Eran muy traviesos y siempre estaban buscando aventuras emocionantes.

Un día, mientras jugaban cerca de su madriguera, escucharon un rumor escalofriante que provenía de una antigua casa abandonada del bosque. La mamá coneja les advirtió que nunca se acercaran a esa casa, ya que decían que estaba embrujada. Pero la curiosidad los embargó y decidieron explorarla a pesar de las advertencias.

Así que, en plena noche de Halloween, los tres hermanitos se adentraron en el oscuro bosque hacia la misteriosa casa. Mientras caminaban entre los árboles altos y retorcidos, sus corazones latían fuertemente por la emoción y el miedo.

Finalmente llegaron a la puerta de la casa abandonada. Estaba cubierta de telarañas y parecía estar hecha pedazos. Flopy miró a sus hermanitos con valentía y dijo: "No debemos tenerle miedo a esta vieja casa".

Y sin pensarlo dos veces, empujó la puerta para ver qué había dentro. El interior estaba lleno de sombras espeluznantes y polvo flotante en el aire. Los conejitos avanzaron lentamente mientras sus ojos brillaban con intriga.

De repente, oyeron un ruido extraño detrás de ellos. -¿Qué fue eso? -susurró Tito asustado. -No lo sé... pero no deberíamos haber desobedecido a mamá -respondió Pelusa con remordimiento. De repente, una figura oscura apareció frente a ellos.

Era un viejo conejo fantasmagórico que les dijo en voz baja pero amenazante: "¡Intrusos! ¡Han violado la prohibición de esta casa! Ahora enfrentarán las consecuencias". Los hermanitos temblaban de miedo mientras el viejo conejo los rodeaba.

Pero entonces, apareció su mamá corriendo hacia ellos desde el bosque. -¡Flopy, Tito, Pelusa! ¿Qué están haciendo aquí? ¡Les dije que no se acercaran a esta casa abandonada! Los tres hermanitos se sintieron avergonzados y asustados por haber desobedecido a su mamá.

Se abrazaron entre sí y prometieron nunca más ignorar sus consejos. El viejo conejo fantasma los observó detenidamente y sonrió amablemente. Les dijo: "Aunque hayan desobedecido, han aprendido una valiosa lección. Escuchar y confiar en su madre es importante para mantenerse seguros".

Entonces, el viejo conejo desapareció lentamente en el aire y la casa volvió a estar silenciosa y vacía.

Los hermanitos regresaron a casa junto a su madre, quien los abrazó fuertemente mientras les decía lo orgullosa que estaba de ellos por entender la importancia de escucharla. Desde aquel día, Flopy, Tito y Pelusa siempre siguieron las palabras sabias de su mamá coneja. Aprendieron que aunque la curiosidad sea tentadora, es mejor confiar en aquellos que nos quieren y protegen.

Y así vivieron felices, recordando siempre la lección que aprendieron en aquella noche de Halloween: escuchar a mamá es el camino seguro hacia la felicidad y la protección.

FIN.

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