Los Cordones Mágicos de Tomi y Lila
Había una vez en un pueblito lleno de casas de colores, dos amigos inseparables: Tomi y Lila. Tomi era un niño inquieto con una gran sonrisa, y Lila era una niña curiosa y siempre dispuesta a ayudar. Un día, decidieron que era hora de aprender a atarse los cordones de sus zapatillas, porque ya era momento de dejar de depender de sus mamás para que se los ataran.
"¡Vamos a hacerlo!" - exclamó Lila, mirando sus zapatillas llenas de cordones.
"Sí, pero... no sé por dónde empezar. ¡Es más complicado de lo que parece!" - respondió Tomi, arrugando la frente y mirando sus pies.
Lila pensó un momento y le dijo:
"Escuché que hay una forma mágica de atar los cordones. Si nos ayudamos mutuamente, seguro lo conseguimos. ¡Vamos a intentarlo!"
Ambos se sentaron en un banco del parque, con sus zapatillas bien puestas. Lila miró atentamente cómo Tomi trataba de atar sus cordones. Al principio, Tomi se enredaba y terminaba haciendo un nudo extraño.
"¡Ay, no! Esto es como hacer un rompecabezas sin la imagen de referencia" - se quejaba Tomi, frustrado.
Pero Lila no se rindió.
"No te preocupes, yo te voy a ayudar. Primero, tomá un cordón en cada mano. ¿Lo ves?" - le explicó Lila, mostrando sus propios cordones.
Tomi intentó repetirlo, pero los cordones se deslizaban entre sus dedos.
"Eres un buen maestro, pero... mis manos son muy torpes" - dijo, riéndose de sí mismo.
"No te preocupes, a todos nos cuesta un poco al principio. ¡Vamos una vez más!" - animó Lila, y juntos se concentraron en la tarea. Con cada intento, empezaron a reírse más y más.
Después de varios intentos llenos de risas y algún que otro enredo, llegó un momento que los sorprendió.
"¡Mirá, Lila! ¡Lo logré!" - gritó Tomi, mirando sus zapatos con una mezcla de asombro y alegría.
"¡Sí! ¡Estás atado!" - exclamó Lila emocionada y dando un pequeño salto en el aire.
Pero justo cuando Tomi se sentía triunfante, saltó de alegría y...
"¡Oh no! Me he desatado. ¡Qué complicado es esto!" - dijo Tomi con una mueca de frustración.
"Solo tenés que intentar otra vez. Yo creo en vos. Vamos, probá una vez más, pero esta vez más despacito" - le sugirió Lila, llenando de ánimo a su amigo.
Tomi tomó una respiración profunda y, siguiendo las instrucciones de Lila, lo volvió a intentar. Esta vez, sí logró atar sus cordones correctamente, y sintió una gran satisfacción.
"¡Lo logré! ¡Soy un campeón!" - celebró Tomi.
"¡Sí, Tomi! Ahora vamos a probar yo" - dijo Lila con una sonrisa, emocionada por haber ayudado a su amigo a aprender.
La tarde transcurrió llena de risas y aprendizaje. Ambos se turnaron para atar y desatar sus cordones, hasta que Lila también logró hacerlo sola por primera vez.
Una vez finalizado su desafío, se sentaron en el parque, mirándose con orgullo.
"Tomi, ¿te das cuenta de que hoy aprendimos algo increíble juntos?" - dijo Lila, sintiéndose feliz.
"Sí, aprendimos que con paciencia y apoyándonos mutuamente, podemos hacer cosas que parecen muy difíciles" - contestó Tomi, sonriendo mientras miraban las nubes pasar.
Desde ese día, los dos amigos no solo aprendieron a atarse los cordones, sino que también aprendieron una lección valiosa sobre la importancia de la amistad y la colaboración.
Y así, Tomi y Lila siguieron viviendo grandes aventuras en su pueblito, enfrentando muchos desafíos, siempre listos para ayudar y aprender juntos.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
**Moraleja: Juntos, podemos lograr lo que parece difícil. La amistad y el apoyo mutuo son la clave para superar cualquier desafío.**
FIN.