Los Cuatro Valores de la Escuela Arcoíris



En la Escuela Arcoíris, un lugar lleno de colores y risas, un grupo de niños se preparaba para su actividad favorita: la semana de los Valores. La maestra Lucía, siempre alegre y enérgica, les dijo:

- Chicos, esta semana vamos a aprender sobre los valores que nos ayudan a ser mejores amigos y compañeros.

- ¡Sí! - exclamó Sofía, una niña de cabello rizado - Me encanta la idea.

- A mí también - agregó Tomás, un niño un poco tímido, pero con una sonrisa sincera.

- ¿Cuáles van a ser? - preguntó Lucas, con curiosidad.

La maestra sonrió y comenzó a escribir en la pizarra: "Amor, Paz, Tolerancia y Confianza".

- Hoy empezamos con el amor - explicó Lucía - En realidad, no se trata solo del amor entre parejas, sino del amor entre amigos, la familia y la comunidad.

Los niños se miraron entre sí, y Sofía sugirió:

- ¿Por qué no hacemos un mural donde cada uno ponga algo que quiera a los demás?

Todos estuvieron de acuerdo y comenzaron a pegar dibujos de sus familias, mascotas y cosas que los hacían felices. Al final del día, el mural estaba lleno de colores y sonrisas.

- Esto es amor - dijo la maestra - Ahora, ¿quién me puede contar qué significa la paz?

- Significa estar tranquilos, sin pelear - respondió Tomás, inspirándose - Como en el recreo, cuando jugamos juntos.

- Muy bien - dijo Lucía - Ahora, para que todos podamos sentir la paz, haremos un juego.

Los niños formaron un círculo y comenzaron a pasarse una pelota mientras sonaban suaves melodías. Cada vez que alguien la atrapaba, tenía que mencionar algo que les diera paz, como "leer un libro" o "estar en la naturaleza".

Al terminar, todos se sintieron muy conectados, y poco a poco, la paz llenó el aula.

Al día siguiente, la maestra habló de la tolerancia:

- Este valor significa aceptar que todos somos diferentes y que eso es lo que nos hace especiales.

- ¡Sí! - gritó Lucas - Como cuando mi hermana quiere escuchar música diferente a la mía.

- Exacto - dijo Lucía - Entonces, haremos un juego en parejas donde tendrán que representar una actividad que les guste, y los demás tendrán que adivinar.

Los niños se dividieron y comenzaron a actuar. Sofía hizo una danza, Tomás jugó al fútbol y Lucas hizo magia. Al final, todos aplaudieron y rieron, disfrutando de las diferencias y la diversión.

Con cada actividad, los valores se hacían más reales. Sin embargo, llegó el momento de hablar sobre la confianza.

- La confianza es creer en los demás y en uno mismo - explicó la maestra - Para esto, haremos un ejercicio especial.

Un niño a la vez tendría que vendase los ojos mientras sus compañeros lo guiaban solo con palabras.

- ¡No tengo miedo! - dijo Tomás, cuando le tocó ser el primero. Se vendó los ojos y comenzó a caminar.

- ¡Izquierda! - gritó Lucas.

- ¡Adelante! - añadió Sofía.

Con cuidado, Tomás logró cruzar el aula y al final, todos celebraron su valentía.

- ¡Es más fácil cuando confío en ustedes! - dijo emocionado.

Los días pasaron y al final de la semana, Lucía les pidió que compartieran cómo se sentían respecto a cada valor.

- Yo aprendí que el amor entre amigos puede hacer que todo sea más divertido - dijo Sofía.

- Y yo, que la paz se siente bien y que todos deben ser parte de ella - agregó Tomás.

- A mí me gusta que podemos ser tolerantes con nuestros gustos - dijo Lucas.

- Yo aprendí a confiar más en mis compañeros - concluyó Sofía.

La maestra miró a sus alumnos con orgullo y les dijo:

- Ustedes han demostrado que el amor, la paz, la tolerancia y la confianza son como los colores del arcoíris: diferentes, pero juntos forman algo hermoso.

Y así, en la Escuela Arcoíris, los niños no solo aprendieron sobre los valores, sino que los vivieron cada día, llenando sus corazones de amor y amistad. Su maestra sabía que habían hecho un excelente trabajo y que esos valores siempre los guiarían en su camino.

Desde entonces, los niños se comprometieron a practicar esos valores no solo en la escuela, sino también en su comunidad. Su espíritu se volvió aún más fuerte, y así, un simple ejercicio se transformó en la base de una amistad inquebrantable. Pero lo más importante, aprendieron que cada día era una nueva oportunidad para fortalecer esos valores dentro de sí mismos y con los demás. Y así, la Escuela Arcoíris continuó siendo un lugar donde el amor, la paz, la tolerancia y la confianza llenaban el aire con alegría.

FIN.

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