Los Cuidadores de la Naturaleza



En un pequeño pueblo llamado Ecovilla, donde la naturaleza florecía abundante, vivían tres amigos inseparables: Sofía, un espíritu libre y amante de los árboles; Mateo, un apasionado por los animales; y Lila, que tenía una gran curiosidad por las plantas y flores. Juntos pasaban sus días explorando el bosque y soñando con cómo cuidar mejor de su entorno.

Un día, mientras jugaban cerca de un arroyo, Sofía dijo: "¿Vieron lo que pasó con el roble gigante? Estaba tan verde y ahora está perdiendo sus hojas. ¿Por qué crees que sucede?"-

Mateo frunció el ceño mientras pensaba: "Tal vez se sienta triste porque no hay tantos pájaros cerca... Eso podría ser una señal de que algo no va bien en el bosque.”-

Lila, que estaba recogiendo flores, agregó: "Podríamos hacer algo al respecto. ¡Podemos ser cuidadores de la naturaleza!"-

Los tres amigos se emocionaron con la idea y decidieron hacer un plan. Esa tarde, se reunieron en casa de Sofía para discutir su misión.

"Primero, necesitamos investigar por qué el roble está enfermo. Tal vez haya algo que podamos hacer para ayudarlo,” propuso Lila.

"Sí, y también tenemos que cuidar de los animales que viven alrededor. ¿No los vieron? Hace días que no escucho a los pájaros cantar,” agregó Mateo con preocupación.

Los chicos acordaron que por la mañana comenzarían su búsqueda de respuestas y soluciones. Esa noche, hicieron un cartel que decía: "¡Los Cuidadores de la Naturaleza en acción!" y lo colgaron en la plaza del pueblo.

Al día siguiente, con sus mochilas llenas de cuadernos y lápices, se adentraron en el bosque. Allí conocieron a Doña Mariposa, quien siempre ayudaba a los niños a aprender sobre el bosque.

"¡Buenos días, niños! ¿Qué les trae por aquí?"-

Sofía, emocionada, explicó: "Estamos tratando de descubrir por qué el roble gigante está enfermo y cómo ayudar a todos los animales y plantas del bosque."-

Doña Mariposa los miró con cariño y dijo: "Me alegra que quieran ayudar. El roble está perdiendo su fuerza porque ha perdido sus hojas debido a la contaminación. Los humanos han dejado basura por todos lados y eso afecta a nuestros amigos de cuatro patas y también a quienes vuelan."

Mateo, molesto, preguntó: "¿Pero cómo podemos hacer que los adultos entiendan que deben cuidar el bosque?"

"Lo primero que pueden hacer es organizar una limpieza. Inviten a todos a participar y también pueden explicarles lo importante que es cuidar nuestra casa. Hay muchas maneras de hacer que la gente ame la naturaleza."

Los amigos estaban determinados. Así que, llenos de energía, comenzaron a preparar su gran evento. Diseñaron folletos, hablaron con los vecinos y pusieron carteles en cada esquina del pueblo.

El gran día de la limpieza llegó, y con sorpresa, muchos habitantes de Ecovilla se presentaron. Era una mezcla de niños, adultos y hasta abuelitas que llevaban escobas y bolsas de basura.

Lila animó a todos: "¡Vamos, juntos podemos hacerlo! Por cada bolsa que llenemos, le damos un poco de alegría al roble gigante. ¡Y también a los animales!"-

Mientras trabajaban, mientras recogían basura, Mateo se dio cuenta de algo: "Miren, descubrí un nido. ¿Y si lo movemos para cuidarlo de que le caiga basura encima?"-

Sofía le respondió: "¡Sí! Pero hagámoslo con mucho cuidado para no molestar a sus habitantes."

Con un trabajo en equipo, llenaron muchas bolsas, y al final del día, todos estaban exhaustos pero felices. "¡Lo hicimos!"-, exclamó Mateo, mientras señalaba al roble gigante que parecía más verde.

Esa misma noche, el pueblo se iluminó con sonrisas. Los adultos comenzaron a comprometerse a cuidar más la naturaleza y a enseñar a los más pequeños sobre su importancia.

Poco a poco, el bosque de Ecovilla comenzó a recuperarse. Nuevos pájaros regresaron a poblar el árbol, y los colores de las flores comenzaron a brillar con fuerza. El roble gigante, que parecía triste, ahora estaba más fuerte que nunca.

Al final de ese mes, Doña Mariposa se acercó a los niños. "Estoy muy orgullosa de ustedes, pequeños cuidadores. Han hecho una gran diferencia."

Sofía, Mateo y Lila sonrieron y miraron al hermoso bosque que habían ayudado a restaurar. "Solo hicimos lo que creímos que era correcto,” dijo Sofía.

"Y sabemos que siempre necesitamos cuidarlo, porque todos juntos somos los verdaderos cuidadores de la naturaleza!"-, concluyó Lila.

Desde ese día, los Cuidadores de la Naturaleza continuaron su misión, inspirando a todos en Ecovilla a amar y cuidar su entorno. Y así, con cada nuevo día, se aseguraban de que la naturaleza volviera a florecer, y que los animales y plantas siempre tuvieran un hogar seguro.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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