Los curanderos de la montaña
Había una vez en un pequeño pueblo de la provincia, un curandero llamado Alejandro. Desde muy joven, Alejandro mostraba interés por las hierbas y remedios naturales que su amigo Manuel utilizaba para curar a los habitantes del lugar.
Manuel era un anciano sabio y respetado en la comunidad, conocido por sus habilidades curativas y su gran corazón. "¡Hola, Manuel! ¿Cómo estás hoy?", saludaba siempre Alejandro al llegar a la humilde casita del curandero.
"Hola, joven Alejandro. Hoy me siento un poco cansado, pero nada que unas hierbas no puedan arreglar", respondía Manuel con una sonrisa amable.
Alejandro pasaba horas observando a su amigo trabajar con las plantas medicinales, aprendiendo cada día algo nuevo sobre el arte de la curación. Con el tiempo, se convirtió en un hábil curandero y empezó a ayudar a Manuel en sus labores diarias. Un día, Manuel enfermó gravemente y tuvo que quedarse en cama.
El pueblo entero se preocupó por su salud, ya que todos confiaban en él para sanar sus dolencias. Fue entonces cuando Alejandro decidió tomar la responsabilidad de atender a los enfermos mientras su amigo se recuperaba.
"¿Estás seguro de poder hacerlo solo, mi querido Alejandro?", preguntó Manuel con voz débil desde su lecho. "Sí, amigo mío. He aprendido mucho de ti y sé que puedo ayudar a nuestra comunidad en estos momentos difíciles", respondió decidido Alejandro.
Los días pasaron y Alejandro demostró ser tan bueno como su mentor en el arte de la curación. Utilizaba las hierbas con sabiduría y empatía, escuchando atentamente a cada paciente y brindándoles consuelo junto con sus remedios naturales.
Finalmente, llegó el día en que Manuel se recuperó por completo gracias al cuidado de su amigo. Se sintió orgulloso al ver cómo Alejandro había crecido como curandero durante su ausencia y lo abrazó con cariño.
"Gracias por estar aquí cuando más te necesitaba, querido Alejandro. Ahora sé que nuestro legado está en buenas manos", dijo emocionado Manuel.
Desde ese día, ambos curanderos trabajaron juntos para sanar a los habitantes del pueblo y enseñarles sobre el poder de la naturaleza para mantenerse saludables. La historia del señor Alejandro inspiró a muchos jóvenes a seguir sus pasos y aprender los secretos de la medicina natural para ayudar a quienes más lo necesitan.
FIN.