Los de El Bosque



En un pequeño bosque lleno de árboles altos y verdes, vivían muchas criaturas felices. Entre ellas estaban Lucía, la linda ardillita, y Nicolás, el sabio búho. A Luciano, el joven ciervo, siempre le gustaba escuchar las historias que contaba Nicolás mientras se sentaban bajo el gran roble.

Un día, mientras jugaban en el arroyo, Lucía exclamó emocionada:

- ¡Miren, chicos! ¡Hay algo brillante en el agua!

Los tres amigos se acercaron y descubrieron un hermoso objeto plateado.

- ¿Qué será esto? - preguntó Nicolás, observando detenidamente.

- ¡Tal vez sea un tesoro! - respondió Lucía, saltando de emoción.

- No, no creo que sea un tesoro, pero podría ser algo mágico - dijo Luciano, intrigado.

Con mucha curiosidad, decidieron llevar el objeto a la torre del viejo roble donde Nicolás les contaría más sobre ello. Durante el camino, se encontraron con otros animales que se interesaron por el brillo del objeto.

- ¡Hola, amigos! ¿Qué tienen ahí? - preguntó Mariposa, una coqueta mariposa.

- ¡Mirá, Mariposa! Encontramos algo brillante en el arroyo - dijo Lucía, agitándole las manos.

- ¡Dejen de hacer tanto ruido! - protestó Tobi, el erizo, quien estaba a punto de dormir la siesta.

- ¡Pero es algo mágico, Tobi! - gritó Nicolás.

Cuando llegaron al roble, todos se sentaron alrededor de Nicolás, ansiosos por escuchar.

- Este objeto, amigos, parece ser un antiguo espejo creado por los espíritus del bosque. Refleja no solo imágenes, sino también la esencia de quienes lo miran - explicó Nicolás.

- ¿Es de magia? - preguntó Luciano, con los ojos brillantes de emoción.

- Sí, Luciano, pero también puede ser peligroso. Debemos usarlo con cuidado.

- ¿Qué pasaría si todos los animales ven su reflejo? - indagó Lucía.

- Esa es una buena pregunta. Todos verán lo que más valoran en su vida. Pero si no están preparados, eso podría causar confusión y malentendidos - advirtió Nicolás.

Los amigos decidieron hacer una reunión para mostrar el espejo a todos los animales del bosque. El día llegó y se reunieron en un claro, lleno de expectativa.

- ¡Amigos! Hoy vamos a compartir el espejo mágico - anunció Nicolás.

- ¿Qué veremos? - preguntó Tobi, con una pizca de nerviosismo.

- ¡Veremos nuestro verdadero yo! - dijo Lucía.

Uno a uno, los animales se acercaron al espejo. Primero fue el ciervo, Luciano. Mirándose, vio un reflejo fuerte y valiente, lo que le llenó de confianza.

- ¡Mirá, soy un gran líder! - exclamó.

- ¡Sos un gran amigo, Luciano! - le animó Lucía. Luego fue el turno de Tobi, quien al verse en el espejo gritó:

- ¡Soy el más lindo del bosque!

Todos comenzaron a reír. Luego llegó el turno de Mariposa, quien vio su esplendor y belleza, pero en su corazón sintió que también deseaba ser parte de algo más grande.

Como el turno de Nicolás se acercaba, todos sintieron una mezcla de emoción y respeto por el búho sabio. Al mirarse, su reflejo mostró no solo su sabiduría, sino también una profunda soledad.

- ¿Estás bien, Nicolás? - preguntó Lucía, preocupada.

- Sí, querida. Solo me doy cuenta de que, aunque sea sabio, a veces deseo tener un grupo más cercano que pueda compartir mis pensamientos.

Los animales se miraron y comprendieron que todos, incluso el sabio búho, tenían sus inseguridades.

- ¿Podemos formar un grupo de amigos en donde siempre compartamos y nos apoyemos? - propuso Luciano.

- ¡Sí! - respondieron todos con entusiasmo, llenos de energía.

Desde ese día, se hicieron promesas de cuidarse y apoyarse unos a otros. Años después, el bosque se volvió más alegre y unido. Sabían que, aunque cada uno tenía sus miedos y sueños, siempre podían contar con sus amigos.

- ¡Gracias, espejo mágico! - exclamó Lucía, sonriendo.

- ¡Sí, realmente nos ayudaste a conocernos mejor! - añadió Tobi.

- A veces, lo único que necesitamos es un espejo para ver lo que hay en nuestros corazones - reflexionó Nicolás.

Y así, en el bosque, esos valientes amigos continuaron compartiendo historias, aventuras y el amor que llevaban en sus corazones, recordando siempre lo importante que era verse uno mismo y apoyarse mutuamente.

Y así, cada vez que un nuevo animal llegaba al bosque, ellos le contaban sobre el espejo y le enseñaban la importancia de la amistad.

FIN.

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