Los Derechos de los Niños en Casa Mañana



Era un día soleado en Casa Mañana, un lugar mágico donde los sueños de los niños se hacían realidad. En este lugar vivían cuatro amigos inseparables: Lucas, Sofía, Javier y Valentina. Cada uno de ellos tenía un talento especial que los hacía únicos y los unía en una misión: promover los derechos de todos los niños.

Un día, mientras jugaban en el jardín de Casa Mañana, Sofía dijo: "¿Sabían que todos los niños tienen derechos? A veces se olvidan de ellos y es nuestro deber recordarlo."

Javier, que era muy curioso, preguntó: "¿Cuáles son esos derechos, Sofía?"

"Bueno, uno de ellos es el derecho a la educación. Todos los niños tienen derecho a aprender y a ir a la escuela" -respondió Sofía con una gran sonrisa.

Lucas, que siempre tenía ideas brillantes, exclamó: "¡Podríamos hacer una obra de teatro para contarles a todos sobre los derechos de los niños!".

Valentina, la más creativa de los cuatro, entusiasmada agregó: "¡Sí! Haríamos disfraces y personajes. Además de eso, podríamos invitar a otros niños para que se sumen a nuestra obra."

Y así, los cuatro amigos comenzaron a planear. Crearon cuentos para ilustrar cada derecho y decidieron que cada uno representaría a un niño con un derecho diferente. Sofía sería la niña que defendía el derecho a la educación, Lucas sería el niño que hablaba sobre el derecho a jugar, Valentina representaría el derecho a ser escuchado y Javier hablaría del derecho a un hogar.

Cuando terminó el ensayado, se dieron cuenta de que necesitaban un lugar para representar su obra. "¡Vamos a pedir ayuda a los adultos de Casa Mañana!" -propuso Valentina.

Los cuatro amigos se acercaron al gran salón donde el director de Casa Mañana, don Ricardo, estaba charlando con algunos voluntarios. "¡Don Ricardo! ¡Queremos hacer una obra de teatro sobre los derechos de los niños!" -exclamó Javier, emocionado.

Don Ricardo sonrió y dijo: "Eso suena maravilloso, chicos. Pero necesitarán un lugar y materiales para trabajar. Podemos ayudarles, pero deberán organizar todo bien. Por ejemplo, ¿qué tal si hacen una reunión con otros niños para que se sumen?".

Lucas, rápidamente, sugirió: "¡El sábado a la tarde podríamos hacer una reunión en el parque!".

Así fue como el sábado llegó, y los cuatro amigos se encontraron en el parque donde invitaron a varios niños de Casa Mañana. Mientras estaban armando la escenografía, de repente, aparecieron varios niños que no se veían del todo felices. "Hola, ¿por qué no se ven tan alegres?" -preguntó Sofía a un niño de su edad.

El niño, llamado Tomás, respondió: "No tenemos suficientes juguetes. A veces, no podemos jugar como queremos porque hay pocos para todos."

Valentina, entendiendo la inquietud de Tomás, dijo: "¡Eso es algo que podemos solucionar! Podríamos organizar una colecta de juguetes para que todos tengan algo para jugar".

Los demás niños alzaron la voz: "¡Sí! ¡Eso suena genial!".

Así que en medio de la preparación de la obra, los cuatro amigos comenzaron a recolectar juguetes. Cada uno se ofreció a hablar con sus familias y amigos. Pidieron para que cada persona donara o regalara uno o dos juguetes.

Finalmente, tras una semana de trabajo arduo, habían recolectado muchas cajas de juguetes. El día del estreno de la obra, los niños decidieron donar todos los juguetes sobrantes a aquellos que no tenían. "Esto es parte de nuestros derechos, y tenemos que ponerlo en práctica cada día" -dijo Lucas, con una sonrisa.

El día llegó. La obra fue un gran éxito. Los niños aplaudieron y se rieron, y al final, don Ricardo se paró y dijo: "Estoy muy orgulloso de todos ustedes. No solo han aprendido sobre sus derechos, sino que también han ayudado a otros niños en el proceso."

Fue un día emocionante para todos, y los cuatro amigos decidieron que esa no sería la última vez que promoverían los derechos de los niños. Con su espíritu aventurero y solidario, Lucas, Sofía, Javier y Valentina tenían la misión de seguir difundiendo el mensaje de que todos los niños merecen ser escuchados, educados y jugar.

Y así, Casa Mañana se convirtió no solo en un lugar mágico de sueños, sino también en un refugio de derechos y esperanzas, donde cada niño podía ser libre para ser niño.

Fin.

FIN.

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