Los Derechos de Nico
Nico era un nene de cinco años que vivía en un barrio lleno de colores y alegría. Cada mañana, despertaba con la ilusión de descubrir un nuevo día. Nico amaba jugar en el parque y correr con sus amigos. Un día, mientras jugaban a las escondidas, escuchó a una señora mayor hablando sobre los derechos de los niños.
Curioso, se acercó y le preguntó:
"¿Qué son los derechos de los niños?"
La señora sonrió y dijo:
"Los derechos son como unas reglas que todos los adultos deben seguir para cuidar de los niños. Por ejemplo, todos los niños tienen derecho a jugar y a recibir cariño."
Nico pensó que eso era muy interesante y decidió que quería aprender más sobre sus derechos. Esa tarde, se fue a casa con su cabeza llena de preguntas y con la firme intención de descubrir más.
Al día siguiente, mientras jugaba con sus amigos, notó que algunos de ellos no podían jugar porque estaban muy cansados. Se le ocurrió preguntar:
"¿Por qué están tan cansados?"
"Mis papás tienen que trabajar mucho y a veces no tengo tiempo para jugar", respondió Juanito.
Nico se preocupó y decidió que tenía que hacer algo. Reunió a todos sus amigos y les dijo:
"Chicos, tenemos que hacer algo. Todos tenemos derecho a jugar y a tener tiempo para descansar. Hay que hablar con nuestros papás."
Así que, con mucho valor, decidieron hablar con los papás. Al día siguiente, se reunieron en el parque y, con una voz unida, dijeron:
"Queremos que nos dejen jugar más tiempo. Necesitamos descansar y divertirnos."
Los papás los miraron sorprendidos. La mamá de Juanito se agachó a su altura y preguntó:
"¿Y por qué quieren jugar tanto?"
Nico, con su mirada brillante, respondió:
"Porque es nuestro derecho jugar y ser felices."
Los padres comenzaron a conversar entre ellos y comprendieron que tenían razón. Decidieron organizar un tiempo especial de juegos cada semana. Nico sentía que algo bueno estaba ocurriendo.
Sin embargo, no todo fue tan fácil. Un día, una niña nueva llegó al barrio y se notaba muy triste. Se llamaba Lila y no jugaba con nadie porque no se sentía incluida. Nico la vio sola y se le ocurrió invitarla:
"Hola, Lila. ¿Querés jugar con nosotros?"
Lila miró a Nico con lágrimas en los ojos y respondió:
"No sé jugar. Nadie quiere jugar conmigo."
Nico recordó que también todos tienen el derecho a ser incluidos y a tener amigos. Así que se acercó más y dijo:
"¡No te preocupes! Podemos enseñarte a jugar. Ven, jugamos todos juntos."
Con eso, Nico, Juanito y los demás comenzaron a enseñarle los juegos. Lila se fue sintiendo más feliz y, poco a poco, se unió al grupo. Los niños rieron y jugaron hasta cansarse.
Una tarde, mientras todos disfrutaban de su tiempo juntos, Lila se animó y dijo:
"¡Gracias, chicos! Nunca pensé que podría tener amigos tan rápido."
Nico sonrió y le respondió:
"Eso es porque todos tenemos derechos, y uno de ellos es el derecho a ser amigos."
Así, Nico y sus amigos se convirtieron en defensores de los derechos de los niños en su barrio. Empezaron a hablar sobre lo que era importante: tener tiempo para jugar, descansar, ser incluidos y ser escuchados.
Un día, el colegio organizó una semana de talleres sobre los derechos de los niños. Nico estaba emocionadísimo y no podía esperar para compartir lo que había aprendido. La docente les preguntó:
"¿Alguien sabe cuáles son los derechos de los niños?"
Nico levantó la mano con entusiasmo y respondió:
"¡Sí! Todos tenemos derecho a jugar, a ser escuchados y a tener amigos."
La docente se sorprendió.
"¡Es cierto, Nico! Y también cada uno tiene derecho a ser querido y cuidado por su familia."
La clase se llenó de risas y los niños comenzaron a compartir lo que había ocurrido en el parque con Lila. Al finalizar la clase, la docente les dio un diploma a todos por ser defensores de sus derechos.
Nico entendió que los derechos de los niños eran muy importantes y que cada uno podía ayudar a que se cumplan. Desde ese día, él y sus amigos se comprometieron a ser más amables y a cuidar de todos, porque todos, absolutamente todos, **tenían derecho a ser felices**.
Así, el pequeño Nico aprendió que conocer sus derechos no solo lo ayudaba a él, sino que también le daba fuerza para ayudar a los demás.
Y así, cada día era una nueva aventura llena de juegos, risas y amistad, donde todos eran parte del cuento.
FIN.