Los Derechos de Todos
En un vibrante reino llamado Diversilandia, la diversidad era la esencia misma de la vida. Había niños y niñas de todos los colores, gustos y talentos. En este lugar mágico, todo el mundo era importante. Pero un día, un triste suceso ocurrió que hizo tambalear a la comunidad.
Los habitantes de Diversilandia se reunieron en la plaza central para discutir el problema. La pequeña Lila, que siempre tenía una idea brillante, se acercó y dijo:
"¡No podemos permitir que la tristeza nos invada! Debemos recordar que todos merecemos ser respetados. ¿Qué tal si hacemos una gran celebración de Derechos para todos?"
El rey, un gran gato llamado Rey Tigris, se frotó la barbilla y asintió.
"Eso suena interesante, Lila. Pero, ¿qué son esos Derechos de los que hablas?"
Lila pensó un momento y respondió:
"Los Derechos Humanos son como una brújula que nos guía a todos para que podamos vivir en armonía. Cada uno de nosotros tiene derechos, como el derecho a jugar, a aprender, a soñar y a ser escuchados."
La idea revivió a la plaza, y todos comenzaron a hablar de sus propios derechos. Pipo, un niño siempre curioso, preguntó:
"¿Y si hay alguien que no respeta los derechos de los demás?"
"Buena pregunta, Pipo!" - respondió Lila con una sonrisa. "Por eso necesitamos conocernos a nosotros mismos y apoyar a los demás. Si alguien no respeta un derecho, podemos unirnos y ayudar a que lo hagan."
Así fue como los habitantes decidieron hacer un desfile, donde cada uno representaría un derecho. Se prepararon banderas, disfraces y carteles. Lila se disfrazó de derecho a la educación.
El día del desfile, Diversilandia se llenó de alegría. Las calles vibraban con risas y música, y todos estaban emocionados. Sin embargo, cuando llegaron a la gran plaza, una sombra oscura apareció. Era el temible Señor Ignorante, quien no creía que los derechos eran importantes.
"¿Qué hacen todos aquí? No necesito saber de ese cuento de Derechos. ¡Se perderán el mejor show de fuegos artificiales!"
Pero Lila no se dejó amedrentar. Alzó su voz y dijo:
"¡Señor Ignorante! Todos somos importantes. Nuestros derechos son reales y merecemos respeto. Si lo quiere ignorar, está bien, pero no puede despojarnos de nuestros sueños y esperanzas."
Los demás comenzaron a unirse a Lila, y juntos respondieron:
"¡Nuestros derechos son nuestros!"
El Señor Ignorante, sorprendido por la valentía de los niños, se quedó en silencio. Algo en su corazón comenzó a cambiar, se dio cuenta de que los niños tenían razón y que el desprecio no podía vencer la alegría de Diversilandia.
"Tal vez he estado equivocado. Estoy cansado de la tristeza. Quiero aprender sobre esos Derechos también," admitió.
Así los niños tomaron las manos del Señor Ignorante y lo guiaron a conocer más sobre los principios que los unían, descubriendo que el respeto y la empatía hacían a Diversilandia un lugar más hermoso.
Y desde aquel día, Diversilandia celebró no sólo sus derechos, sino también la importancia de cuidar de los demás, porque entendieron que la verdadera alegría se encontraba en la unidad y comprensión de cada corazón.
Y así fue como Diversilandia se llenó de colores, risas y sobre todo, derechos.
Desde aquel día, cada año celebraron el Día de los Derechos para recordar la valentía de Lila y sus amigos, y el poder de defender lo que es justo. Todos entendieron que los Derechos son la mejor brújula que nos guía a un mundo mejor.
FIN.