Los días sorprendentes de Tomás



Había una vez un niño llamado Tomás, que siempre estaba contando los días. Contaba los días para su cumpleaños, para Navidad, para las vacaciones de verano y para cualquier evento especial que se acercara.

Pero nunca disfrutaba del presente. Un día, mientras caminaba por el parque con su abuela, ella notó que estaba triste y le preguntó qué le pasaba.

"Abuela, estoy triste porque quiero que llegue mi cumpleaños pero todavía faltan muchos días" -dijo Tomás con un suspiro. Su abuela lo miró con ternura y le explicó que la vida es como un regalo y cada día es una sorpresa.

Le dijo que no debía preocuparse por lo que vendría después sino disfrutar de cada momento presente. Tomás no entendió muy bien lo que su abuela quería decirle pero decidió intentarlo. Ese mismo día en el parque corrió detrás de las palomas, se columpió en el tobogán y jugó a la pelota con otros niños.

Y aunque aún pensaba en su cumpleaños, se dio cuenta de lo divertido que podían ser otros momentos sin esperar a algo especial. Los días pasaron y llegó el tan ansiado cumpleaños de Tomás.

Estaba emocionado por recibir regalos y comer torta pero también recordaba las palabras de su abuela sobre disfrutar del presente. Cuando sopló las velas sintió mucha felicidad pero también nostalgia porque sabía que ese momento pasaría pronto.

Sin embargo, decidió seguir disfrutando del resto del día junto a sus amigos y familiares sin pensar en cuánto tiempo faltaba para su próximo cumpleaños. Los días siguieron pasando y Tomás aprendió a disfrutar del presente sin contar los días.

Se dio cuenta de que cada día puede ser especial si uno lo hace así, y que la vida es un regalo que debe ser disfrutado día a día.

Y así, Tomás se convirtió en un niño feliz y lleno de vida que no esperaba el futuro sino que vivía el presente con alegría.

FIN.

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