Los dos conejitos del bosque



En un hermoso bosque lleno de árboles frondosos y flores de colores, vivían dos conejitos llamados Charly y Jack. Charly era un conejito amable y cariñoso, siempre dispuesto a ayudar a los demás, mientras que Jack tenía un carácter un poco agrio y a menudo se enojaba sin razón.

Una mañana, Charly salió a jugar con sus amigos, las ardillas y los pájaros. El día estaba soleado y llenos de risas. Sin embargo, Jack, que se había quedado en su cueva, miraba por la ventana y veía cómo todos se divertían.

"¿Por qué todos son tan buenos con Charly y no conmigo?" - murmuró Jack, frunciendo el ceño.

Esa tarde, Charly regresó a casa emocionado.

"Jack, ¡hoy jugamos a las escondidas y todos me dijeron que soy el mejor jugador!" - dijo con una sonrisa.

Jack se cruzó de brazos.

"Eso no es justo. Yo también puedo ser bueno, pero no me quieren" - se quejó, sintiéndose muy frustrado.

Una tarde, mientras Charly estaba en el bosque recolectando flores, escuchó el llanto de un pequeño pájaro que había caído de su nido. Sin pensarlo dos veces, Charly se acercó.

"¡Hola, pajarito! ¿Estás bien?" - preguntó.

"No, no puedo volver a mi nido y tengo miedo" - respondió el pájaro, temblando.

Charly miró hacia arriba y vio el árbol donde estaba el nido. Sin dudarlo, buscó una rama larga y ayudó al pájaro a trepar nuevamente. El pajarito, agradecido, le dijo:

"Eres muy valiente, gracias Charly."

Mientras tanto, Jack observaba a su hermano desde la distancia.

"¿Por qué siempre tienen que quererlo a él?" - pensó, lleno de celos.

Sin embargo, a medida que pasaban los días, Jack notaba que a pesar de su mal humor, la gente en el bosque lo saludaba. Un día, decidió acercarse a Charly.

"Charly, quiero jugar con vos y tus amigos" - dijo, aunque sus patas temblaban un poco de nervios.

Charly sonrió y respondió:

"¡Claro, Jack! Siempre sos bienvenido. Vamos juntos."

Jack frunció el ceño, pero decidió intentarlo. Al llegar al grupo, se sintió incómodo al principio, pero Charly lo animó a jugar.

"Solo sé vos mismo, Jack" - le susurró Charly.

Poco a poco, Jack comenzó a divertirse y se dio cuenta de que sus nuevos amigos lo aceptaban tal como era. Se sintió feliz y quiso seguir jugando. Pero cuando un pequeño ciervo se cayó, todo cambió.

En vez de enojarse como siempre, Jack reaccionó y corrió hacia el ciervo:

"¡No te preocupes! ¡Yo te ayudo!"

Tomando el coraje de su hermano, Jack ayudó al ciervo a levantarse. Todos lo miraron impresionados.

"¡Jack, sos increíble!" - dijo Charly, lleno de orgullo.

A partir de ese día, Jack comenzó a cambiar. Aprendió que ser amable y ayudar a los demás le hacía sentirse mejor.

"Siempre fui bueno, solo tenía que darme la oportunidad de serlo" - reflexionó Jack, sonriendo.

Y así, en aquel hermoso bosque, dos conejitos hermanos aprendieron que la bondad no solo trae sonrisas a los demás, sino también a uno mismo. Juntos, se convirtieron en los dos conejitos más queridos de todo el bosque, siendo un gran ejemplo de amor y comprensión.

Fin.

FIN.

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