Los Dragones Felices y sus Aldeanos



En un valle encantado rodeado de montañas azules y praderas doradas, vivían varios dragones felices junto a un grupo de aldeanos amigables. Cada dragón tenía un color distinto: Roji, el dragón rojo; Verde, el dragón verde; y Azulito, el dragón azul. A pesar de ser diferentes, todos compartían una misma pasión: ayudar a sus amigos humanos.

Una mañana, mientras los dragones jugaban en el cielo, Roji exclamó:

"¡Miren! ¡Hoy es el festival de la cosecha! ¡Debemos ayudar a los aldeanos!"

Los dragones volaron hacia la aldea, donde había mucha actividad. Los aldeanos estaban preparando comidas deliciosas y decorando las calles con flores de colores.

"¡Buenas, amigos!" saludó la anciana del pueblo, doña Clara. "Estamos muy emocionados por el festival, pero necesitamos ayuda con las decoraciones."

"¡Nosotros podemos ayudar!" dijo Verde con entusiasmo.

Los dragones se pusieron a trabajar: Roji recogía las flores más brillantes, Verde las colgaba de las casas, y Azulito hacía barriletes de colores que volaban alto en el cielo.

Finalmente, llegó el gran día del festival. La aldea estaba resplandeciente y los aldeanos, junto a los dragones, bailaron y celebraron con alegría. Sin embargo, durante la fiesta, una ráfaga de viento sopló fuerte y llevó uno de los barriletes de Azulito.

"¡Oh no!" gritó Azulito, muy preocupado.

"No te preocupes, yo lo atraparé" dijo Roji, volando rápidamente tras el barrilete. Pero el barrilete era muy veloz.

Entonces, Verde tuvo una idea.

"¡Vamos a reunirnos y formar una cadena!"

Los dragones y los aldeanos se tomaron de las manos y comenzaron a formar un gran círculo. Juntos, dijeron al unísono:

"¡Con nuestra fuerza, podemos lograrlo!"

Mientras giraban, Roji lograba alcanzar el barrilete con sus zancadas largas. Con una acrobacia, lo atrapó en el aire y lo trajo de vuelta.

"¡Lo logré!" gritó feliz mientras aterrizaba en el centro del círculo.

Los aldeanos ovacionaron con alegría.

"¡Gracias, Roji!" exclamó doña Clara. "Ustedes son los mejores amigos que podríamos pedir."

El festival siguió y todos bailaron, pero algo comenzó a cambiar. Una nube oscura se formó en el cielo, y empezó a llover. Los aldeanos estaban asustados y algunos comenzaron a desarmar las decoraciones.

"¡No se preocupen!" dijo Azulito, tratando de calmar a todos. "¡Nosotros podemos ayudar a que la lluvia no arruine el festival! Vamos a usar nuestra magia".

Los dragones, con sus escamas brillantes, se unieron en un círculo en el cielo y comenzaron a bailar y a mover sus colas, creando un hermoso arcoíris que cubrió toda la aldea y devolvió la esperanza a los aldeanos.

"¡Miren!" gritó Verde. "La lluvia no puede detenernos. ¡Vamos a bailar bajo el arcoíris!"

Y así lo hicieron. Los dragones y los aldeanos comenzaron a bailar en la lluvia, disfrutando de cada momento. La alegría volvió a llenar el aire.

Esa noche, junto al fuego, doña Clara se acercó a Roji, Verde y Azulito.

"Gracias a ustedes, el festival fue un éxito. Aprendimos que, juntos, podemos enfrentar cualquier desafío."

"Sí, y que la amistad siempre encuentra la solución," agregó Azulito, sonriendo.

Desde aquel día, la aldea y los dragones vivieron felices, organizando festivales y actividades juntos. Nunca olvidaron que, sin importar lo que ocurra, siempre podrían contar los unos con los otros. Y así fue como también aprendieron a valorar la colaboración y la diversidad.

En el corazón de cada aldeano y dragón, quedó grabado que no importaba cuán diferente fuera alguien, juntos eran más fuertes y más felices. Y así, la aldea y sus dragones compartieron muchas más aventuras, riendo y celebrando su inquebrantable amistad.

FIN.

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