Los Duendes del Bosque Encantado
Érase una vez, en un bosque encantado, un grupo de duendes que vivían felices en armonía con la naturaleza. Cada uno de ellos tenía habilidades especiales: unos eran expertos en hacer que las flores florecieran, mientras que otros podían hacer que los árboles crecieran más altos y fuertes. Los duendes eran pequeños, de piel verde y orejas puntiagudas, y pasaban sus días cuidando del bosque y jugando entre los árboles.
Un día, mientras jugaban, el duende más pequeño, llamado Tillo, se perdió. Tillo era curioso y le encantaba explorar. Al alejarse de sus amigos, se dio cuenta de que estaba en un lugar oscuro y desconocido del bosque. Asustado, se sentó sobre una raíz de árbol y comenzó a llorar.
"¡Ay, qué voy a hacer!" - exclamó Tillo. "No sé cómo volver a casa."
Justo en ese momento, una hermosa mariposa colorida se posó junto a él.
"¿Por qué lloras, pequeño duende?" - preguntó la mariposa con voz suave.
"Me perdí y no sé cómo volver a mis amigos" - respondió Tillo, tratando de no llorar más.
La mariposa, que se llamaba Lila, sonrió y dijo:
"No te preocupes. Puedo ayudarte, pero primero debes aprender la importancia de la amistad y la colaboración. ¿Estás listo para un desafío?"
Tillo, intrigado, asintió con la cabeza. Lila le explicó que necesitaba encontrar tres objetos mágicos que estaban escondidos en el bosque. Si lograba encontrarlos, podría regresar a casa con sus amigos.
"El primer objeto está en el estanque, y es una piedra brillante que refleja la luz del sol" - dijo Lila. "Ten cuidado con los sapos que custodian el lugar."
Agradecido, Tillo se dirigió al estanque. Al llegar, se encontró con unos sapos que tenían una gran barriga y se veían muy serios. Pero, en lugar de asustarse, les explicó su situación:
"Hola sapos, soy Tillo. Estoy buscando una piedra brillante para ayudarme a volver a casa."
Los sapos se miraron entre sí y el más grande habló:
"Si nos cuentas un chiste, te dejaremos pasar a buscar la piedra."
Tillo pensó un momento y, sonriendo, les dijo:
"¿Por qué las ranas no usan la computadora? Porque les da miedo el ratón!"
Los sapos estallaron en risas y le permitieron pasar. Tillo encontró la piedra brillante y, lleno de alegría, se fue a buscar el segundo objeto.
"El segundo objeto está en el árbol más alto del bosque" - explicó Lila. "Necesitas trabajar en equipo para conseguirlo."
Entonces, Tillo buscó a sus amigos duendes y les contó lo que había aprendido hasta ahora. Juntos, formaron una cadena de duendes y lograron escalar el gran árbol. Allí encontraron una rama dorada que brillaba con la luz del sol.
"¡Lo hicimos!" - exclamó Tillo mientras se abrazaban.
Con los dos objetos, Lila les dijo que el último estaba en la cueva de las piedras preciosas, pero que tendrían que ser valientes y estar preparados. Tillo, ahora lleno de confianza y acompañado de sus amigos, emprendió el camino con determinación.
Al llegar a la entrada de la cueva, escucharon un eco misterioso.
"¿Quién viene a molestar a las piedras preciosas?" - preguntó un gran murciélago que custodiaba la entrada.
Un poco asustados, Tillo dijo:
"Soy Tillo, y venimos en busca de un objeto para volver a casa".
El murciélago se rió y dijo:
"¿Y cómo planean hacerlo? La única manera de obtener el objeto es resolver un acertijo."
Con mucho esfuerzo, Tillo escuchó el acertijo.
"No tiene boca, pero habla. No tiene piernas, pero camina. ¿Qué es?".
Los duendes pensaron intensamente. Finalmente, la más sabia de todos, Lila, dijo:
"¡Es el viento!"
El murciélago se sorprendió y sonrió.
"Correcto, pequeños duendes. Pueden llevarse el objeto."
Los duendes encontraron un hermoso cristal que brillaba con todos los colores del arcoíris. Con los tres objetos, Tillo y sus amigos lograron abrir un portal mágico que los llevó de vuelta al lugar donde se habían separado.
"¡Lo logramos!" - gritaron todos emocionados.
"Sí, y aprendí que la amistad y la colaboración son las claves para superar cualquier desafío" - reflexionó Tillo.
Desde ese día, Tillo nunca volvió a separarse de sus amigos y junto a los duendes del bosque encantado siguieron cuidando y disfrutando de la maravilla de su hogar.
FIN.