Los Duendes del Bosque y el Poder Mágico
pequeños cristales de colores brillantes. Los duendes, curiosos por naturaleza, se preguntaban qué podrían hacer con aquellos cristales. Un día, mientras exploraban la montaña en busca de más tesoros escondidos, encontraron una cueva secreta.
La entrada estaba oculta detrás de una cascada mágica que solo los duendes podían ver. Decidieron aventurarse y descubrir qué había dentro. Al entrar en la cueva, quedaron maravillados al ver un gran libro antiguo sobre un pedestal.
En él estaban escritas las palabras "El Libro de los Deseos". Los duendes sabían que habían encontrado algo realmente especial. Uno de los duendes llamado Lucas decidió abrir el libro y leerlo en voz alta.
Al hacerlo, el libro comenzó a brillar intensamente y una voz resonante salió de sus páginas: "¡Bienvenidos a mi mundo mágico! Soy el Gran Mago del Bosque y este libro tiene el poder de conceder deseos".
Los duendes se miraron emocionados y comenzaron a pensar en lo que querían pedir. Sin embargo, el Mago del Bosque les advirtió: "Solo puedo cumplir un deseo por cada uno de ustedes. Piensen bien antes de decidirse".
Lucas fue el primero en hablar: "-Quisiera que todos nuestros treboles encuentren dueños felices". El Mago asintió y Lucas vio cómo todas las hojas del trébol se soltaban volando hacia diferentes direcciones.
A continuación fue el turno de Martina: "-Deseo que todos los árboles sean fuertes y saludables para proteger nuestro hogar". El Mago hizo un gesto con su varita mágica y los árboles se llenaron de vida, creciendo altos y frondosos.
Luego fue el turno de Benito: "-Quiero que todos los duendes aprendan nuevas habilidades para ayudar a nuestra comunidad". El Mago del Bosque sonrió y cada duende sintió una oleada de conocimiento fluyendo en sus mentes, permitiéndoles aprender cosas nuevas.
Finalmente, llegó el turno de Sofía: "-Desearía que todos los duendes tuvieran un lugar seguro y acogedor para vivir". El Mago asintió y ante sus ojos aparecieron hermosas casitas hechas de hojas y ramas, perfectas para cada uno de los duendes. Los duendes estaban extasiados al ver cómo sus deseos se hacían realidad.
Agradecieron al Mago del Bosque por su generosidad y prometieron cuidar de todo lo que les había concedido. Desde aquel día, el pequeño pueblo de duendes vivió en armonía y felicidad.
Cada uno encontró la felicidad compartiendo sus tesoros con otros seres mágicos del bosque. Los treboles encontraron dueños felices que apreciaban su rareza. Los árboles protegían al pueblo con su fuerza renovada. Los duendes utilizaban sus nuevas habilidades para ayudarse mutuamente y mejorar la comunidad.
Y las casitas brindaban un refugio cálido a cada uno de ellos. Así es como los pequeños duendes descubrieron que la verdadera magia estaba en compartir, cuidar unos a otros y hacer realidad los sueños de quienes nos rodean.
Desde aquel día, se convirtieron en un ejemplo para todos los seres del bosque, demostrando que la bondad y la generosidad pueden crear un mundo mágico lleno de amor y felicidad.
Y así, el pequeño pueblo de duendes continuó viviendo aventuras mágicas en las montañas lejanas, siempre recordando la importancia de los deseos sinceros y la magia que hay dentro de cada uno de nosotros.
FIN.