Los Duendes y el Tesoro Escondido



Había una vez en un hermoso bosque lleno de árboles gigantes y flores de todos los colores, un grupo de duendes que eran muy trabajadores y estaban siempre alegres. Cada día, se aventuraban en el bosque en busca de hermosos tesoros para llevarle al rey, quien los recompensaba con parte de su tesoro real.

"¡Amo este lugar!", decía Tilo, el duende más curioso del grupo. "Hoy creo que vamos a encontrar algo espectacular."

"Eso espero, Tilo", respondía Lía, la duende más sabia. "Recuerda que no se trata solo de encontrar algo hermoso, sino de que lo que traigamos tenga un significado especial."

El grupo, compuesto por tres duendes: Tilo, Lía y un duende llamado Pipo, decidió aventurarse hacia el lado más profundo del bosque, donde rara vez habían ido. Mientras caminaban, Tilo se detuvo al ver una roca brillante que parecía tener un fulgor mágico.

"¡Miren esto!", exclamó Tilo mientras se agachaba a tocarla. "¡Es hermosa!"

"Es solo una piedra, Tilo", dijo Lía con una sonrisa. "Recuerda, la belleza está en el valor de lo que encontramos."

No muy lejos de allí, se escuchaba el murmullo de un arroyo. Decidieron acercarse y, al llegar, vieron algo que les quitó el aliento: un montón de monedas de oro brillando al sol.

"¡Esto sí que es un tesoro!", exclamó Pipo mientras se llenaba los bolsillos. "¿Creen que el rey se enamorará de estas monedas?"

"Quizás", reflexionó Lía. "Pero recordemos que el rey es un amante de la naturaleza. Tal vez debamos buscar algo que represente nuestra amistad y el cuidado por el bosque."

Tilo, emocionado, comenzó a buscar alrededor y encontró una hermosa pluma dorada que pertenecía a un pajarito que cantaba diariamente en el bosque. Al ver su belleza, comenzó a dudar.

"¿Le gustará más al rey esto que las monedas?", se preguntó.

Decidieron llevar ambos hallazgos al castillo. Al llegar, el rey los recibió con una gran sonrisa.

"Hola, mis pequeños amigos. ¿Qué han traído hoy?", preguntó el rey.

Los duendes mostraron las monedas y la pluma. El rey observó cada uno de los objetos con atención y al final sonrió.

"Las monedas son hermosas, pero esta pluma tiene una historia especial. Representa la libertad y el amor por la naturaleza. En mi reino, valoramos más el espíritu del bosque que la riqueza material."

Los duendes se miraron, sorprendidos. Habían aprendido una importante lección sobre la naturaleza y el significado de sus hallazgos.

"Así que, en lugar de dividir el tesoro, ¿podemos usar estas monedas para plantar más árboles en el bosque?", sugirió Pipo con entusiasmo.

El rey sonrió aún más, maravillado por la idea.

"¡Eso es fantástico! Así podremos cuidar nuestra tierra y hacerla aún más hermosa. Aceptaré esa propuesta en lugar de las monedas, y juntos los invitaré a plantar los árboles."

Con un guiño, el rey les entregó parte de su tesoro en oro para que compraran las semillas. Desde entonces, los duendes no solo cuidaron del bosque, sino que también lo llenaron de árboles que daban sombra y refugio a todos los seres vivos que habitaban allí.

Y así, cada día, los duendes aprendieron a valorar la amistad y la naturaleza sobre las riquezas materiales. Y el rey, por su parte, siempre estuvo agradecido por sus pequeños amigos y su amor por el bosque.

Los duendes continuaron su trabajo, sabiendo que el verdadero tesoro era cuidar su hogar y vivir en armonía con la naturaleza. Y, de esa manera, cada día se llenaban de aventuras y risas mientras ayudaban a que el bosque creciera más fuerte y hermoso que nunca.

FIN.

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