Los Duendes y la Gran Noche de Nochebuena
En un lugar muy lejano, había una fábrica mágica donde trabajaban un montón de duendes. Cada año, al acercarse la gran Nochebuena, la fábrica cobraba vida con luces y risas, mientras los elfos, con sus gorros puntiagudos, se afanaban en preparar los regalos. Papá Noel ya tenía casi todo listo para la gran entrega, pero había un pequeño problema.
Un día, en medio de la vorágine de empaquetado y la música festiva, Tico, un duende curioso y siempre dispuesto a ayudar, alzó la mano y preguntó entre risas:
"¿Cómo vamos a hacer si no tenemos más traídos de caramelos para colocar en los paquetes?"
Los demás elfos se miraron entre ellos, preocupados. Si no había caramelos, los regalos no estarían completos.
"¡No puede ser!" exclamó Lila, una duende con un gran corazón. "¿Qué haríamos sin los caramelos?"
Papá Noel, que estaba revisando la lista desde su escritorio, oyó el alboroto y se acercó.
"¿Qué sucede, pequeños?" preguntó.
"Nos hemos quedado sin caramelos para los paquetes de la gran noche!" respondió Juan, un elfo muy trabajador.
"No hay tiempo que perder, necesitamos encontrar más caramelos rápidamente!" agregó Tico.
Papá Noel sonrió y pensó durante un instante.
"¿Por qué no hacemos una expedición? Van a buscar ingredientes y podemos hacer nuestros propios caramelos!"
Los elfos se entusiasmaron con la idea y Lila saltó de alegría.
"¡Sí! ¡Vamos a la montaña de los dulces!"
Los elfos se organizaron rápidamente y armaron un pequeño grupo de exploradores. Tico, Lila, Juan y otros elfos se pusieron sus bufandas y gorros, listos para la aventura.
Mientras caminaban, pasaron por un bosque encantado. Por allá, los árboles hablaban y las luces titilaban haciendo un espectáculo mágico.
"¡Miren!" gritó Juan. "Los árboles nos están saludando!"
"Me gusta el árbol más grande! Parece lleno de historias", comentó Tico, admirando la vista.
Después de un rato de andar, llegaron a la montaña de los dulces, que tenía un aroma irresistible a caramelo.
"Wow, es maravilloso!" dijo Lila, mirando con ojos brillantes.
"Pero, ¿cómo conseguimos los caramelos?" preguntó Juan.
Justo allí, apareció un simpático caracol llamado Bubi, quien conocía la montaña bien.
"¡Hola! Si quieren caramelos, necesitan charlar con la Reina de los Dulces!" dijo Bubi, deslizando lentamente por una piedra.
"¿La Reina de los Dulces?" exclamó Tico con asombro.
"¡Sí, ella les dará una receta mágica, pero primero deben resolver un acertijo!"
Los elfos se miraron entusiasmados. Siempre les gustaban los acertijos.
"¿Cuál es el acertijo?" preguntó Lila.
"Busquen lo que no se ve, pero se siente en el aire y trae alegría a todos. ¿Qué es?"
Los elfos se pusieron a pensar. Tico se puso a reflexionar.
"¡La felicidad!" dijo finalmente con una sonrisa.
"¡Correcto!" exclamó Bubi.
"Ahora, la Reina de los Dulces les dará la receta para los caramelos."
Guiados por el caracol, llegaron al palacio de la Reina, hecho de chicles y chocolate. La Reina era una hermosa figura con un vestido de caramelo y una corona de chispas.
"Bienvenidos, queridos elfos. He escuchado su acertijo y están aquí por su premio. ¿Están listos para hacer los mejores caramelos del mundo?"
Los elfos asintieron con entusiasmo. La Reina les enseñó a mezclar dulzura y alegría, y en poco tiempo, crearon un montón de coloridos caramelos.
"¡Esto es increíble!" exclamó Juan, mientras llenaban sus mochilas.
Con los caramelos en mano y una gran sonrisa en sus rostros, los elfos regresaron a la fábrica.
"¡Lo logramos!" gritó Tico.
"¡Hicimos caramelos para todos!" agregó Lila, llena de emoción.
Y así, en la noche mágica de Nochebuena, los paquetes llegaron a todos los hogares, llenos de juguetes, sorpresas y, por supuesto, los esperados caramelos. Papá Noel y sus elfos celebraron juntos el poder de la amistad, la colaboración y la alegría de compartir.
Desde ese día, cada año, los duendes no solo preparaban los regalos, sino que también se aventuraban a buscar más caramelos, recordando que lo importante no era solo los dulces, sino el espíritu de trabajo en equipo y diversión.
FELIZ NOCHEBUENA!
FIN.