Los dulces mágicos de la princesa Isabel



Había una vez en el reino de Dulcelandia, una hermosa princesa llamada Isabel. A diferencia de otras princesas, a Isabel le encantaba meterse en problemas y desafiar las reglas.

Un día, mientras paseaba por el jardín del castillo, descubrió un antiguo libro de hechizos. Sin pensarlo dos veces, decidió aprender magia por su cuenta. Pasaron los días y, con mucha práctica, Isabel dominó el arte de la magia.

Un día, decidió usar sus nuevos poderes para hacer aparecer montones de dulces en el castillo. Montones de chocolates, caramelos y gomitas mágicamente aparecieron en cada rincón. La noticia se esparció por todo el reino y la gente acudía al castillo para disfrutar de los dulces encantados de la princesa.

Isabel también se deleitaba con sus propias creaciones y, sin darse cuenta, comenzó a comer en exceso, sin límite alguno. Pronto, su barriga comenzó a dolerle y, asustada, buscó ayuda.

Los sabios del reino le explicaron que los excesos nunca son buenos y que debía aprender a disfrutar de los dulces de manera responsable. Avergonzada, Isabel comprendió su error y decidió usar su magia para crear frutas y vegetales saludables, compartiéndolos con su pueblo.

Con el tiempo, los dulces mágicos se convirtieron en un regalo ocasional, mientras que el reino de Dulcelandia aprendió a mantener un equilibrio en su alimentación.

La princesa Isabel, gracias a esta experiencia, descubrió que la moderación y la responsabilidad son clave para disfrutar de las cosas buenas de la vida.

FIN.

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