Los embajadores del océano



Había una vez, en lo más profundo del océano, dos peces llamados Marito y Pepita. Ambos eran peces muy traviesos y siempre estaban jugando bromas a los demás habitantes del mar.

Un día, mientras nadaban por el arrecife de coral, se encontraron con un grupo de medusas. Estas medusas eran diferentes a todas las demás; brillaban con colores hermosos y suaves movimientos que hipnotizaban a cualquiera que las mirara. Marito y Pepita se acercaron curiosos hacia ellas.

Las medusas les sonrieron amablemente y les dijeron:"¡Hola! Somos las medusas bondadosas. Hemos venido aquí para enseñarles sobre la amabilidad". Los peces se miraron confundidos pero decidieron escuchar lo que las medusas tenían para decirles.

"Ustedes dos siempre están gastando bromas pesadas a los demás habitantes del mar", dijo una de las medusas. "Pero ser amables es mucho mejor".

Marito y Pepita no entendían muy bien qué significaba eso de ser amables, así que pidieron a las medusas que les explicaran más detalladamente. Las medusas comenzaron a contarles historias sobre cómo pequeños actos de bondad pueden hacer una gran diferencia en la vida de alguien.

Les hablaron sobre ayudar a otros cuando lo necesiten, compartir cosas con los demás e incluso simplemente sonreírles a quienes nos rodean.

Marito y Pepita empezaron a reflexionar sobre sus acciones pasadas y se dieron cuenta de que habían lastimado sin querer los sentimientos de otros habitantes del mar con sus bromas pesadas. "¡Tenemos que cambiar nuestra actitud!" exclamó Pepita emocionada. "Vamos a empezar a ser amables y hacer el bien". Las medusas sonrieron orgullosas y les dijeron:"Eso es maravilloso, chicos. Recuerden, la amabilidad siempre vuelve multiplicada".

A partir de ese día, Marito y Pepita se convirtieron en los peces más amables del océano. Ayudaban a los demás habitantes cuando lo necesitaban, compartían su comida e incluso llevaban regalos sorpresa para alegrarles el día.

Poco a poco, todos los animales acuáticos comenzaron a notar el cambio en Marito y Pepita. Se sentían felices al ver cómo ellos habían aprendido el valor de la amabilidad.

Un día, mientras nadaban cerca del arrecife de coral, Marito y Pepita se encontraron nuevamente con las medusas bondadosas. Esta vez no solo brillaban por su belleza natural, sino también por la felicidad que irradiaba su corazón. "Gracias por enseñarnos sobre la amabilidad", dijo Marito con gratitud en sus ojos.

"No hay nada que agradecer", respondió una de las medusas. "Ustedes han aprendido una valiosa lección y eso nos llena de alegría".

Desde aquel día, Marito y Pepita siguieron siendo dos peces muy traviesos pero ahora utilizaban su travesura para hacer reír a los demás sin lastimarlos. Y cada vez que alguien les preguntaba cómo habían cambiado tanto, ellos respondían con una sonrisa:"Las medusas bondadosas nos enseñaron el valor de la amabilidad, y ahora queremos compartirlo con todos".

Y así, Marito y Pepita se convirtieron en ejemplo de amabilidad para todo el océano, demostrando que un pequeño gesto puede hacer una gran diferencia en la vida de los demás.

FIN.

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