Los Enredos de Wilson y sus Amigos



En un barrio lleno de risas y juegos, vivía un pequeño niño llamado Wilson Barreto Arévalo. Wilson era un chico muy alegre, siempre tenía una sonrisa en el rostro y una idea divertida en mente. Tenía muchos amigos: Sofía, Valentina, Lucas y Martín. Juntos formaban un grupo inseparable, llenos de hazañas y aventuras.

Un día, mientras jugaban en el parque, Wilson tuvo una idea.

"¡Chicos! ¿Qué les parece si hacemos una feria de juegos para ayudar a los animales del refugio?" - propuso emocionado.

"¡Sí! ¡Me encanta la idea!" - gritó Sofía, que siempre quería ayudar a los animales.

"Podemos hacer juegos, vender comida y hasta hacer una rifa" - agregó Valentina, imaginando todos los postres que podrían hornear.

"Yo me encargaré de los carteles y la música" - dijo Lucas, levantando su guitarra.

"¡Y yo puedo ser el encargado de los juegos!" - finalizó Martín, saltando de alegría.

Así comenzó el plan de la feria, pero pronto se dieron cuenta de que requerían muchas cosas y cada uno tenía que hacer su parte. Wilson se encargó de hablar con los dueños del refugio para pedirles que vinieran y llevaran algunos animales que pudieran ser adoptados. Pero cuando llegó el momento de la reunión...

"Hola, ¿cómo están?" - saludó la señora Eva, la dueña del refugio.

"¡Estamos muy bien!" - respondió Wilson con una enorme sonrisa.

"Les contamos que vamos a hacer una feria para ayudar a los animales" - explicó Valentina.

"Eso suena maravilloso. Pero, ¿ya tienen todo organizado? A veces eso puede ser complicado" - dijo la señora Eva.

Wilson pensó que todo sería fácil, pero se dio cuenta de que necesitaban más ayuda. Así que habló con sus amigos y decidieron pedir ayuda a sus familias.

"Chicos, ¿qué tal si cada uno de nosotros lleva a nuestros papás a ayudar?" - sugirió Martín.

"¡Sí! Ellos pueden ayudarnos con la comida, los juegos y la música" - agregó Sofía, entusiasmada.

Al día siguiente, se reunió a todos los papás y mamás. La feria tomó forma, y todos pusieron sus manos a la obra. Hornearon galletas, llevaron juegos de mesa, y la música sonaba por todo el parque.

El día de la feria llegó, y todo estaba lleno de colores. Niños y adultos se acercaron a disfrutar de los juegos y la deliciosa comida. Wilson se sintió muy feliz viendo a todos divertirse. Pero había algo que se le había olvidado: ¡los animales!"¡Chicos! No podemos olvidarnos de los animales" - exclamó Wilson, llenándose de preocupación.

"No te preocupes, Wilson. La señora Eva está organizando eso" - le dijo Valentina aliviada.

Cuando finalmente llegaron los animales, todos los niños se llenaron de emoción al ver a los perritos y gatitos. Al final del día, se recaudó una buena suma de dinero y muchos animales encontraron nuevos hogares.

"¡Lo logramos!" - gritaron todos juntos, abrazándose de felicidad.

Después de la feria, Wilson y sus amigos se dieron cuenta de que no solo habían ayudado a los animales, sino que también habían aprendido a trabajar en equipo. Cada uno aportó lo mejor de sí mismo, y eso hizo que la feria fuera un gran éxito. Desde ese día, decidieron seguir ayudando a su comunidad y, lo más importante, seguir manteniendo vivos su amistad e ideas.

Así, Wilson Barreto Arévalo y sus amigos no solo fueron cómplices de una gran aventura, sino que también se convirtieron en un ejemplo de generosidad y trabajo en equipo. Nacieron nuevos sueños, ideas para el futuro y muchos, pero muchos, abrazos llenos de alegría.

FIN.

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