Los exploradores de las emociones
Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Emociona, dos jóvenes muy curiosos y aventureros llamados Sofía y Mateo. Les encantaba explorar juntos el mundo que los rodeaba y aprender cosas nuevas cada día.
Un soleado sábado por la mañana, Sofía y Mateo decidieron sentarse bajo un frondoso árbol en el parque del pueblo para charlar sobre las emociones básicas.
Sofía sacó de su mochila un libro titulado "Emociones: ¡Descúbrelas todas!" y lo mostró emocionada a Mateo. - ¡Mira, Mateo! Este libro habla sobre las emociones básicas que todos los seres humanos experimentamos. ¿Sabías que son alegría, tristeza, miedo, ira, sorpresa y asco? - dijo Sofía con entusiasmo.
Mateo miró el libro con interés y luego preguntó: - ¿Y por qué son tan importantes estas emociones? Sofía sonrió y explicó:- Bueno, cada emoción nos ayuda a comunicar lo que estamos sintiendo en nuestro interior.
Por ejemplo, la alegría nos hace reír y compartir momentos felices con los demás; la tristeza nos permite desahogarnos cuando algo nos duele; el miedo nos alerta de posibles peligros; la ira nos impulsa a defendernos cuando algo no está bien; la sorpresa nos hace vivir momentos inesperados llenos de emoción; y el asco nos protege de situaciones que pueden hacernos daño.
Mateo asintió con la cabeza mientras absorbía toda esa información nueva. De repente, escucharon un ruido proveniente del otro lado del parque. Curiosos como eran, decidieron investigar juntos qué estaba pasando.
Al acercarse al lugar de donde provenía el ruido, vieron a un grupo de niños jugando fútbol. Uno de ellos se había caído al suelo y parecía estar llorando. Sofía y Mateo se acercaron para ver si podían ayudar.
- ¿Qué te pasa? - preguntó Sofía al niño. - Me lastimé la rodilla cuando me caí - respondió entre sollozos el niño.
Sofía recordó lo que había leído en su libro sobre las emociones básicas e intentó consolar al niño herido:- Tranquilo, es normal sentir dolor cuando te lastimas. La tristeza está ahí para hacerte saber que necesitas cuidarte y pedir ayuda si es necesario.
Mateo tomó una botella de agua de su mochila y le ofreció al niño herido:- Toma agua para calmar tu sed mientras esperamos a que llegue alguien que pueda curarte esa rodilla. El niño herido aceptó el gesto amable de Sofía y Mateo e intentó secarse las lágrimas. Poco después llegaron los padres del niño para llevarlo al médico.
Agradecidos por la ayuda brindada por Sofía y Mateo, invitaron a los jóvenes a acompañarlos al hospital para asegurarse de que todo estuviera bien con su hijo.
En el camino hacia el hospital, Sofía reflexionaba sobre lo importante que era entender nuestras emociones básicas para poder ayudarnos unos a otros en momentos difíciles. Finalmente llegaron al hospital donde atendieron al niño herido quien pronto se recuperaría gracias a la atención oportuna recibida.
Sofia, mateoy los padres regresaron villa EmocionaDesde ese día en adelante, Sofía and mateoseguían explorando juntos nuevas aventuras pero ahora sabian más sobre cómo manejar sus propias emociones así como también cómo ayudar a quienes los rodeabanLos dos jóvenes entendieron cuán valioso era conectarse con sus propias emociones básicas para comprenderse mejor a sí mismos ya los demás.
Y colorín colorado este cuento ha terminado pero recuerda siempre estar conectados con tus propias emociones.
FIN.