Los Ganaderos del Nilo
En las márgenes del río Nilo, tres hombres egipcios pasaban sus días trabajando como ganaderos. Eran amigos desde la infancia y cada uno tenía su propio estilo. Ahmad, el mayor, era sabio y metódico; Karim, el del medio, era divertido y siempre tenía una broma lista; y Zahir, el más joven, era curioso y soñador.
Un día, mientras pastoreaban a sus ovejas y cabras, Ahmad dijo:
"Chicos, ¿no creen que deberíamos llevar nuestra producción a otro nivel? Hay una feria del pueblo en unos días y podríamos vender nuestros productos."
Karim, riendo, respondió:
"¿Vender, dices? ¡Y yo pensaba en hacer un concurso de las ovejas más peludas! La gente se ríe, pero esas cosas son lo mejor."
Zahir, emocionado, interrumpió:
"¿Y si hacemos algo especial? Podríamos ofrecer queso fresco y lana, pero también contarles historias de nuestro pueblo y las maravillas del Nilo."
Los tres amigos se miraron y se dieron cuenta de que Zahir tenía razón. Decidieron que no solo venderían sus productos, sino que también compartirían un poco de su cultura con los visitantes.
Durante los días previos a la feria, trabajaron arduamente. Ahmad enseñó a Zahir cómo hacer queso, mientras Karim se encargaba de teñir la lana con colores brillantes de plantas que habían recolectado del río.
El día de la feria, la pequeña caseta que habían montado se llenó de gente. Ahmad habló con sabiduría sobre el proceso de ordeñar y hacer el queso, y Zahir, con su voz entusiasta, contaba historias sobre el Nilo, cómo daba vida a su pueblo.
Karim, con una prenda hecha de lana que había teñido él mismo, organizó un concurso improvisado para que los niños del pueblo participaran.
"¡Vengan, vengan! ¡El concurso de la oveja más peluda está por empezar! ¡La ganadora se llevará un premio especial!"
La gente se reía y aplaudía, disfrutando de la calidez y alegría que los amigos transmitían. Pronto, la caseta se convirtió en el centro de atención de la feria. Sin embargo, cuando estaban a punto de cerrar, apareció un hombre que se acercó con una mirada seria.
"¿Por qué su stand es tan popular? ¿Qué tienen que no tengan los demás?"
Ahmad, con sabiduría, respondió:
"Tal vez no se trate solo de lo que vendemos, sino de cómo lo compartimos. La bondad y la alegría son contagiosas."
El hombre reflexionó un momento y, sorprendiendo a todos, comenzó a reír. Dijo:
"¡Tienes razón! ¡No solo vienen por el queso, sino por la calidez de su compañía!"
Al final del día, vendieron mucho más de lo que habían esperado. No solo ganaron dinero con sus productos, sino también amigos y risas. Zahir, entusiasmado, dijo:
"Esto fue increíble. ¿Podemos hacer otra feria?"
Ahmed respondió:
"¡Y con más historias que contar!"
Karim, con una sonrisa, agregó:
"¿Y más colores para teñir nuestra lana? ¡Porque estoy seguro de que todos quedaron encantados!"
Así, lo que comenzó como un simple trabajo de ganaderos se convirtió en algo más grande: una unión de amistad, risas y el amor por su cultura. Desde ese día, no solo fueron ganaderos, sino también cuentan historias del Nilo, llevando alegría a todas partes donde iban.
FIN.