Los Gatitos de la Amabilidad



En un pequeño y acogedor pueblo llamado Nublivia, donde las nubes siempre parecían sonreír, vivía una niña llamada Lila. Tenía el cabello rizado y siempre llevaba una diadema de flores. A Lila le encantaba jugar en el parque y ayudar a los demás. Su corazón era tan grande que la amabilidad le brotaba como si fuera una planta mágica.

Un día, mientras caminaba hacia el parque, Lila escuchó un suave maullido. Siguiendo el sonido, encontró a un pequeño gatito de pelaje suave como la nube más esponjosa del cielo. El gatito tenía ojos grandes y verdes que brillaban con curiosidad.

- “Hola, pequeño. ¿Te perdiste? ” – le preguntó Lila.

El gatito miró a Lila y maulló de nuevo, como si entendiera. Sin embargo, había algo especial en este gatito, algo que resonaba con la magia de la amabilidad.

Decidida a ayudarlo, Lila llevó al gatito a su casa.

- “Te llamaré Nube, porque eres tan suave como una” – dijo Lila mientras acariciaba su cabeza.

Una vez en casa, Lila le puso un plato con comida y agua. Pero Nube no comió. Al contrario, observó a Lila con atención, como si la estuviera evaluando. Entonces, de repente, el ambiente se llenó de un destello brillante, y Lila vio cómo pequeñas partículas de luz danzaban a su alrededor.

- “¿Qué sucede? ” – preguntó Lila, asombrada.

Nube, sin moverse, comenzó a parpadear y de su pequeño cuerpo salió un mágico resplandor.

- “¡Soy un gatito guardián de los secretos de la amabilidad! ” – dijo Nube, con una voz suave y melodiosa. “He estado buscando a alguien con un corazón puro que pueda ayudarme a devolver la amabilidad a nuestro mundo, que ha perdido su brillo.”

Lila no podía creer lo que oía.

- “¿Y cómo puedo ayudar? ” – preguntó, sintiendo una chispa de emoción.

Nube explicó que en el Bosque Susurrante, la Amistad y la Generosidad se estaban desvaneciendo. Había un oscuro hechizo que hacía que la gente olvidara ser amable entre sí.

- “Si tú y yo vamos juntos, podemos encontrar los tres cristales de la amabilidad, que devolverán el brillo a nuestro mundo” – dijo Nube con un destello en sus ojos.

Sin dudarlo, Lila aceptó. Juntos se adentraron en el Bosque Susurrante, donde los árboles susurraban historias antiguas y las flores brillaban como estrellas.

Al llegar, se encontraron con tres retos que debían superar para encontrar los cristales. El primero era ayudar a un viejo árbol a deshacer un nudo que lo tenía triste.

- “¿Cómo podemos ayudarlo? ” – preguntó Lila.

- “Con nuestra amabilidad. Preguntémosle qué necesita” – respondió Nube.

Lila se acercó al árbol.

- “¿Estás bien? ¿Cómo podemos ayudarte? ” - preguntó, mirando a los ojos del árbol.

El árbol, con voz temblorosa, dijo:

- “Necesito que alguien me cuente una historia feliz para recordar los buenos tiempos.”

Lila sonrió y comenzó a contarle sobre las aventuras de los gatitos en el pueblo. ¡El árbol se fue sintiendo más ligero y feliz, y el nudo se deshizo!

El segundo reto era ayudar a unas ranas que habían perdido su canto. Nube sugirió hacer juntas una canción sobre la amistad.

- “¡Canto más grande! ¡Canto más arriba! ” - saltaron las ranas al escuchar la melodía de Lila.

Y el último reto era encontrar un cristal que estaba guardado por un dragón confundido.

- “¿Qué haremos ahora? ” - preguntó Lila, un poco asustada.

- “Usaremos la amabilidad nuevamente. ¡Tal vez no sepa que es querido también! ” – respondió Nube.

Lila, temblando un poco, se acercó al dragón.

- “Hola, gran dragón. ¿Por qué pareces tan triste? ”

El dragón suspiró.

- “Me siento solo y no tengo amigos.”

- “Yo puedo ser tu amiga, y tú puedes ser parte de nuestra comunidad en Nublivia” – dijo Lila, extendiendo su mano.

El dragón se sorprendió y sonrió, agradeciéndole por su amabilidad.

Con la ayuda del dragón, finalmente encontraron el cristal de la amabilidad en su cueva.

Al regresar a casa, Lila y Nube colocaron los cristales juntos en el centro del pueblo. **¡Puf! ** Un destello de luz llenó el aire, y todos comenzaron a recordar lo valioso que era ser amable entre sí.

- “¿Ves, Nube? La amabilidad puede cambiar el mundo” – dijo Lila, feliz por lo que habían logrado.

Desde entonces, los habitantes de Nublivia recordaron siempre cómo un simple acto de amabilidad podía crear magia en sus corazones, y Lila siguió cuidando a Nube, su amigo mágico que le enseñó el verdadero valor de la bondad.

FIN.

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