Los gatitos generosos
Había una vez una familia de gatos muy especial. Estaba compuesta por Mamá Gata, Papá Gato y sus dos pequeños gatitos, Mimi y Tomás. Vivían en un hermoso jardín rodeado de árboles y flores.
Mamá Gata siempre les enseñaba a sus gatitos la importancia de ser amables y agradecidos con los demás. Pero Mimi y Tomás no parecían prestarle mucha atención. Siempre estaban demasiado ocupados jugando y pensando solo en sí mismos.
Un día, mientras los papás estaban fuera buscando comida, llegó a su jardín otra familia de gatos que estaba pasando por momentos difíciles. Eran el Sr. Pelusa, la Sra. Manchas y su pequeño gatito llamado Max.
Los padres de Mimi y Tomás decidieron darles una lección a sus hijos sobre gratitud e invitación al compartir lo que tienen con aquellos que lo necesitan. Cuando regresaron a casa, Mamá Gata dijo: "Chicos, tenemos unos nuevos vecinos en el jardín.
Son una familia adorable pero están pasando por tiempos difíciles". "¿Y qué tiene eso que ver con nosotros?" preguntó Mimi desinteresada. —"Mucho" , respondió Papá Gato con una mirada seria en su rostro felino.
"Vamos a invitarlos a cenar esta noche". Mimi y Tomás se sorprendieron ante la idea de compartir su comida con otros gatos desconocidos, pero obedecieron sin rechistar.
Esa noche, cuando todos se reunieron para cenar bajo las estrellas del jardín, Mimi y Tomás observaron cómo la familia de los nuevos vecinos disfrutaba de la comida que les habían ofrecido. "Papá, Mamá, nunca había sentido tanta alegría en mi corazón", dijo Tomás con una sonrisa.
Mimi asintió con la cabeza y agregó: "Ahora entiendo lo importante que es compartir y agradecer por lo que tenemos". A partir de ese día, Mimi y Tomás aprendieron a valorar el amor y la generosidad hacia los demás.
Comenzaron a ayudar a sus padres en las tareas del hogar y a compartir su tiempo y juguetes con otros gatos de su comunidad. La lección que sus papás les habían dado fue tan grande como el amor incondicional que sentían por ellos.
Mimi y Tomás se convirtieron en gatitos amables, respetuosos y siempre dispuestos a ayudar. Y así, esta familia de gatos vivió felizmente en su jardín rodeada de amistades sinceras gracias al poder transformador del valor de la gratitud.
Desde entonces, todos los días daban gracias por tenerse unos a otros. El fin.
FIN.