Los Gatitos Traviesos y la Cuenta Mágica



Era un soleado día en el pequeño pueblo de Villagatuno, donde la gente siempre tenía una sonrisa en el rostro. En la plaza, había una jaula grande donde se encontraban unos adorables gatitos traviesos. Eran cinco en total: Gato, Michi, Pipo, Tita y Pipa.

Un día, los niños del pueblo, emocionados, decidieron ir a ver a los gatitos. Prieto, un niño curioso con grandes ojos, miró hacia el interior de la jaula y preguntó:

- ¿Cuántos gatitos hay aquí?

Los demás niños lo miraron con ganas de contar, pero la tarea no resultó tan sencilla. Los gatitos eran demasiado traviesos.

- ¡Yo cuento primero! - dijo Michi, saltando de un lado a otro.

- ¡No, yo! - gritó Pipo, mientras hacía piruetas en el aire.

Los niños se reían mientras los pequeños gatos correteaban.

- ¡Esperen! - exclamó Tita, tratando de calmarlos. - Si seguimos así, nunca vamos a saber cuántos somos. ¿Qué les parece si hacemos un juego?

- ¡Un juego! - gritaron los niños al unísono.

- Sí, así podemos contar y divertirnos al mismo tiempo. - dijo Tita con una gran sonrisa. - Vamos a intentar que los gatitos se queden en un lugar.

Los niños decidieron atraer la atención de los gatitos con un ovillo de lana de colores. Era un espectáculo maravilloso ver cómo los gatos, intrigados, se acercaban.

- ¡Mirá, ahí viene Gato! - apuntó Prieto.

- ¡Y ahí está Pipa! - agregó Anita, otra niña del grupo.

Con paciencia, los niños fueron llamando a los gatitos para que se agruparan.

- Vamos, vení! - repetían, hasta que finalmente los cinco gatitos se sentaron todos juntos, mirando curiosos a sus nuevos amigos.

- Ahora, ¡cuentemos! - dijo Prieto, emocionado.

Cada uno de los niños empezó a contar en voz alta.

- Uno... dos... tres... cuatro... ¡cinco!

- ¡Hay cinco gatitos en total! - exclamó Prieto, saltando de alegría.

- Pero, ¿qué pasa si nos escondemos? - preguntó Pipo mientras se escabullía hacia atrás en la jaula.

Los niños se miraron con sorpresa —Nunca pensaron que los gatitos pudieran esconderse.

- ¡Y si hay más! - dijo Tita.

- ¡Contemos de nuevo, pero esta vez de una manera diferente! - sugirió Anita.

Así que decidieron contar a los gatitos en diferentes posiciones. Se turnaban en grupos para ver quién podía encontrar los cinco nuevamente y, uno a uno, comenzaron a jugar a las escondidas.

De repente, los niños notaron algo...

- ¡Miren! - dijo Michi mientras señalaba inquieto a la esquina de la jaula – Ahí hay un pequeño espacio...

- Siempre pensé que algo se ocultaba ahí - dijo Gato, arañando un poco en el lugar.

Los niños se acercaron y descubrieron, para su sorpresa, otro gatito que parecía haber estado observándolos con ojos gleaming.

- ¡Hola! ¡Soy Tico! - dijo el nuevo gatito.

- ¡Así que somos seis! - gritaron los niños al unísono.

- ¿Quieren jugar con nosotros? - preguntó Tico entusiasmado.

Y así continuaron la tarde, contando, jugando y compartiendo risas.

Los niños aprendieron la importancia de contar de manera divertida y cómo a veces las sorpresas están justo frente a nosotros. Ahora no solo tenían seis adorables nuevos amigos en la jaula, sino también una gran historia llena de diversión para recordar.

La tarde terminó con el promeso de regresar a jugar con los felices gatitos traviesos, recordando siempre que cada uno cuenta y suma a la alegría del grupo.

- ¡Hasta pronto, Tico! - gritaron los niños mientras se retiraban, llenos de felicidad.

- ¡Hasta luego! - respondieron todos los gatitos, mientras sus ojos volvían a brillar con nuevas aventuras en la jaula.

FIN.

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