Los Gatitos Valientes y la Tormenta
Había una vez, en un pequeño barrio lleno de casas de colores, dos adorables gatitos llamados Lila y Tobi. Lila era de un suave color gris y Tobi tenía un pelaje anaranjado que brillaba como el sol. Aunque eran muy buenos amigos, había algo que los unía aún más: ¡el miedo a las tormentas y a las torrentadas!
Un día, mientras jugaban en el jardín de la casa de Lila, el cielo comenzó a nublarse. Las nubes se aglomeraron y el viento empezó a soplar con fuerza.
"¡Ay, no! -gritó Lila- ¡Otra tormenta viene! Tengo mucho miedo. ¿Qué haremos?"
"Yo también tengo miedo -explicó Tobi, con sus patitas temblando-. ¿Te acuerdas de la última vez? Todo se inundó y nos tuvimos que refugiar en el garaje. ¡Era espantoso!"
Los dos decisieron esconderse detrás de un arbusto, temerosos de lo que podía suceder. Pero, justo en ese momento, apareció una tortuga sabia llamada Doña Tula.
"¿Por qué están tan asustados, pequeños gatitos?" -preguntó Doña Tula, con una voz suave y tranquila.
"Viene una tormenta, Doña Tula. ¡Nos dará miedo!" -respondió Lila, mientras miraba hacia el cielo.
Doña Tula sonrió y dijo:
"Las tormentas son parte de la naturaleza, y aunque pueden asustar, también tienen su lado bueno. ¿Quieren escuchar una historia?"
Ambos gatitos asintieron con la cabeza, ansiosos por distraerse de su miedo.
"Una vez, había un pequeño ciervo que también tenía miedo de las tormentas", comenzó Doña Tula. "Su corazón palpitaba rápido y corría a refugiarse en el bosque. Pero un día, mientras estaba escondido, vio que la lluvia llenaba un arroyo. Eso hizo que la vida en el bosque floreciera. Las flores crecieron y el arroyo se llenó de agua fresca, que podía beber. El ciervo se dio cuenta de que, aunque las tormentas eran aterradoras, también traían vida y alegría a su hogar."
Lila y Tobi miraron a Doña Tula con curiosidad.
"¿Entonces, la lluvia trae cosas buenas?" -preguntó Tobi, con su pelaje aún erizado por el miedo.
"¡Exactamente!" -respondió Doña Tula-. "Si aprenden a no dejarse vencer por el miedo, podrán ver todo lo bueno que viene con el agua. Además, hay maneras de sentirse seguros en lugares resguardados."
Con un nuevo aire de valentía, Lila y Tobi decidieron ayudar a Doña Tula a preparar un refugio para cuando la tormenta llegara. Juntos, recogieron ramitas y hojas para hacer un refugio acogedor debajo de un gran árbol, donde podrían estar a salvo mientras la lluvia pasaba.
"¡Mirá, hacemos un refugio como un nido!" -exclamó Lila, mientras acomodaba las hojas.
"¡Sí! Y podemos cantar para distraernos mientras llueve," -dijo Tobi, sintiéndose más seguro.
Cuando finalmente comenzó a llover, en lugar de esconderse con miedo, Lila y Tobi se metieron en su refugio, emocionados.
"¡Es una lluvia mágica!" -dijo Lila, mientras escuchaban el sonido de las gotas.
"¡Sí! -afirmó Tobi- ¡Y podemos bailar si queremos!"
Y así, mientras la tormenta rugía afuera, los dos gatitos comenzaron a cantar y a bailar en su refugio. Rieron, jugaron y, sobre todo, aprendieron a disfrutar de la lluvia.
Cuando la tormenta finalmente terminó, salieron de su refugio y vieron cómo todo brillaba bajo el sol. El jardín estaba hermoso y lleno de charcos donde podían chapotear.
"¡Mira los charcos!" -exclamó Tobi, saltando con alegría.
"¡Y mira cómo brillan las flores!" -añadió Lila, admirando el paisaje.
Desde ese día, Lila y Tobi no volvieron a tenerles miedo a las tormentas. Habían aprendido que la lluvia, aunque a veces atemorizante, también traía vida y belleza. Además, siempre podían encontrar formas de sentirse seguros y disfrutar del momento.
"¡Vamos a jugar en los charcos!" -dijo Tobi emocionado.
"¡Sí! Y siempre que haya tormentas, recordaremos a Doña Tula y lo aprendido." -respondió Lila, mientras saltaba felizmente por el jardín.
Y así, los valientes gatitos descubrieron que enfrentar sus miedos les había dado la habilidad de disfrutar de las cosas buenas de la vida, llueva o no. Y siempre serán amigos de la lluvia, como del sol.
FIN.