Los Gatitos y la Gran Búsqueda
En un tranquilo vecindario, había una dulce gata llamada Luna que tuvo siete adorables gatitos. Cada uno de ellos tenía su propio carácter: Misi, la curiosa; Rayo, el veloz; Chispa, la juguetona; Nube, la soñadora; Sombra, la sigilosa; Pelusa, la traviesa; y Estrella, la más pequeña pero la más valiente de todos.
Un día soleado, decidió que era perfecto para jugar a las escondidas.
"¡Vamos a jugar!" - exclamó Misi, llenándose de emoción.
"Yo cuento primero, ¡ustedes a esconderse!" - dijo Rayo, con su voz llena de energía.
Mientras Rayo contaba hasta diez, los demás gatitos comenzaron a buscar los mejores lugares para esconderse. Misi se ocultó detrás de un arbusto, Chispa se metió entre las flores, Nube encontró un lugar cómodo en un pequeño montículo de hojas, y Sombra se escondió entre unas piedras. Pelusa decidió hacer lo inesperado y se trepó a un árbol bajo, mientras que Estrella, la más aventurera, se escondió en un lugar que nadie esperaba: debajo del puente del jardín.
Cuando Rayo terminó de contar, salió en busca de sus hermanos. Los encontró uno a uno, hasta que estaban todos a su alrededor.
"¡Soy el mejor buscador!" - dijo Rayo, orgulloso.
"¡Esperen!" - dijo Misi, alzando la voz. "Falta Estrella y Pelusa. ¿Las han visto?"
Rayo miró a su alrededor, un poco confundido. "No, ¿y tú?" - preguntó.
Los demás también comenzaron a mirar; ¡ninguno sabía dónde estaban!"¡No podemos jugar sin ellas!" - añadió Chispa, empezando a preocuparse.
Así, la mamá gata, Luna, decidió intervenir. Se acercó y dijo:
"No se preocupen, gatitos. ¡Vamos a encontrarlas juntas!"
Luna comenzó la búsqueda. Primero revisaron el lugar donde habían estado jugando.
"A ver, ¿dónde pudieron haberse metido?" - se preguntó Nube.
Pasaron por el jardín, miraron detrás de las flores, y en los arbustos, pero nada.
"¡Tal vez fueron al arroyo para ver los peces!" - sugirió Sombra, recordando que les encantaba observar a esos pequeños nadar.
Los siete, junto a su mamá, corrieron hacia el arroyo. A medida que llegaban, comenzaron a llamar:
"¡Estrella! ¡Pelusa!"
Escucharon un ligero maullido y siguieron el sonido, que los llevó a una pequeña cueva del lado del arroyo. Y ahí estaban Estrella y Pelusa, explorando el lugar.
"¡Chicos!" - gritó Estrella emocionada. "Miren lo que encontramos. Hay un montón de mariposas hermosas aquí dentro!"
"Lo sentimos, estábamos tan ocupadas que no nos dimos cuenta de que se habían ido a buscar. ¡No queríamos preocuparlos!" - agregó Pelusa.
Luna suspiró aliviada.
"Lo más importante es que están a salvo. Pero, ¡siempre cuenten hasta diez antes de desaparecer!"
Todos rieron y comenzaron a jugar juntos, ahora en la cueva con las mariposas. Jugaron hasta que se puso el sol, aprendiendo que siempre había que cuidar a los demás, y que la verdadera diversión estaba en compartir y ser un equipo.
Esa noche, mientras regresaban a casa, Luna sonrió porque sabía que sus gatitos habían aprendido a cuidar de sus hermanos, y que juntos podrían superar cualquier aventura. Y así, los siete gatitos regresaron felices a casa, listos para contarle a su mamá todo sobre su emocionante día y las mariposas que habían encontrado.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.