Los gatos de los colores de las emociones



Había una vez un grupo de nueve gatos que vivían en un hermoso jardín.

Cada uno de ellos tenía un color que representaba una emoción: el gato rojo era la furia, el gato verde, el desagrado, el gato amarillo, la alegría, el gato morado claro, el miedo, el gato naranja, la ansiedad, el gato aguamarina, la envidia, el gato morado oscuro, el aburrimiento, el gato celeste, la tristeza y el gato rosa, la vergüenza.

Cada día, los gatos se comportaban según su emoción, lo cual a veces causaba problemas. "¡Estoy tan enojado que todo me hace gruñir!" decía el gato rojo. "¡Yo no quiero estar cerca de esa comida, me da desagrado!" exclamaba el gato verde.

"¡Qué hermoso día, estoy tan feliz que quiero saltar y jugar todo el tiempo!" maullaba el gato amarillo. Así, cada uno expresaba su emoción constantemente, lo que a veces generaba conflictos entre ellos.

Un día, un sabio búho que vivía en un árbol cercano, viendo la situación, decidió enseñarles una lección.

Les reunió a todos y les dijo: "Gatitos, entiendo que cada uno de ustedes representa una emoción, pero es importante aprender a controlarlas y no dejar que se apoderen por completo de sus acciones. La furia, el desagrado, la alegría, el miedo, la ansiedad, la envidia, el aburrimiento, la tristeza y la vergüenza son parte de la vida, pero es nuestra responsabilidad saber cómo manejarlas para vivir en armonía".

Los gatos, al escuchar estas palabras, reflexionaron sobre sus comportamientos y decidieron trabajar juntos para encontrar el equilibrio emocional. El gato rojo aprendió a respirar profundo y contar hasta diez cuando se sentía furioso.

El gato verde decidió probar nuevas comidas para superar su desagrado. El gato amarillo entendió que la alegría no significa ignorar las emociones de los demás. Y así, cada uno de ellos buscó formas de manejar mejor sus emociones.

Con el tiempo, los gatos aprendieron a convivir de manera más armoniosa, sembrando alegría en el jardín. Y así, el jardín se llenó de colores no solo por los gatos, sino también por sus actitudes positivas.

Desde ese día, los gatos demostraron que, aunque las emociones pueden ser intensas, es importante aprender a manejarlas para vivir en paz y armonía. Y el búho, orgulloso de sus pequeños amigos, los observaba desde su árbol, sabiendo que habían aprendido una importante lección.

FIN.

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