Los Gatos Escritores
En una pequeña ciudad, había un grupo de gatos que vivían en una biblioteca encantada. Estos gatos eran especiales, porque cada uno de ellos había salido de un cuento clásico. Mílo, el gato malo, siempre estaba buscando aventuras que lo metieran en problemas. Por otro lado, estaba Sofía, la gata ética, que siempre intentaba hacer lo correcto. Y finalmente, estaba Pipo, el gato curioso, que era amigo de todos, incluso de un pez llamado Tino.
Un día, Mílo, cansado de lo aburrido que era estar en la biblioteca, dijo:
"¡Estoy cansado de ser el gato malo! Quiero escribir mi propia historia y ser el héroe de mi propio cuento."
Sofía, siempre tan solidaria, le contestó:
"Pero Mílo, ser un héroe no significa portarse mal. Tal vez deberías pensar en algo que inspire a otros."
Pipo, moviendo su cola, se unió a la conversación:
"Yo creo que podemos hacer un cuento juntos. Cada uno puede aportar algo diferente."
Mílo se rascó la cabeza, intrigado. Desde su punto de vista, ser malo le había dado algo de fama, pero la idea de ser el héroe de un cuento lo motivaba.
"¿Y si empezamos por encontrar un conflicto?" propuso Mílo.
"¿Qué tal si en la historia encontramos un tesoro perdido?" sugirió Sofía, levantando una pata.
"¡Y yo puedo ser el que lo encuentre!" exclamó Mílo, entusiasmado.
De inmediato, Pipo comentó:
"Pero para encontrar el tesoro, debemos tener una ruta clara. También podría haber un desafío que enfrentemos."
Así, los gatos idearon un plan: Mílo sería el que se adentraría en el bosque oscuro y tenebroso. Sofía haría de voz de la razón y mantendría a Mílo enfocado, y Pipo, como siempre curioso, se encargaría de preguntar a todos los animales que encontraran para obtener pistas.
Al salir de la biblioteca, el grupo se adentró en un bosque lleno de sombras. Mílo, al principio, estaba emocionado.
"¡Miren qué oscuro está! No puedo esperar para encontrar el tesoro."
Pero a medida que caminaban, comenzaron a oír ruidos extraños.
"¿Qué fue eso?" preguntó Pipo, asustado.
"Solo el viento, no te preocupes, Pipo. ¡Esas sombras son solo ilusiones!" trató de tranquilizarlos Mílo, aunque él también estaba algo asustado.
Al continuar, encontraron un grupo de ranas. Mílo se acercó y, con un tono amable, preguntó:
"Hola, ranas, ¿han visto algún tesoro por aquí?"
Las ranas se miraron entre sí y una de ellas respondió:
"Puede que sí. Pero para encontrarlo, tendrán que salvar a nuestro amigo Tito, el pez. Él se encuentra atrapado en una red. Si lo ayudan, les daremos una pista sobre el tesoro."
Mílo frunció el ceño.
"¿Salvar a un pez? ¿Por qué deberíamos? Él no forma parte de nuestra historia."
Pero Sofía, siempre ética, le dijo:
"Porque Mílo, ayudar a otros es lo más importante. Además, podría ser parte de nuestro cuento."
Después de un corto diálogo, Mílo decidió que tal vez ser bueno no sería tan malo. Así que, el trío se dirigió al estanque donde estaba Tino.
Cuando llegaron, vieron que el pez luchaba por liberarse. Con un poco de astucia y trabajo en equipo, lograron liberarlo de la red.
"¡Gracias!" dijo Tino, moviendo su cola con alegría. "No sé cómo puedo agradecerles, pero como prometí, aquí está la pista que buscaban: ‘El tesoro brilla donde menos lo esperas, dentro de una roca que parece enana’”.
Mílo se sintió orgulloso de haber sido parte de algo bueno. Juntos, se despidieron de Tino y continuaron su búsqueda, ahora más unidos que nunca.
Finalmente, llegaron a un claro donde encontraron una piedra pequeña, justo como Tino había mencionado. Mílo, con su garra, la rasguñó y se llevó una gran sorpresa. Dentro, hallaron montones de bellos cuentos perdidos.
"¡Es increíble! Este es el verdadero tesoro: historias que esperan ser contadas."
Sofía sonrió y dijo:
"¿Ves, Mílo? A veces ser un héroe significa hacer lo correcto."
Mílo sonrió, sintiéndose reconfortado. Las aventuras vividas no solo lo habían transformado en un héroe, sino que también habían escrito una nueva historia de amistad y ética.
Al regresar a la biblioteca, decidieron crear un libro con sus aventuras, donde cada uno tendría su cómplice y la historia giraría en torno a valores como la amistad, la generosidad y el trabajo en equipo.
Así nacería el cuento que uniría a todos los gatos de la biblioteca para siempre, recordándoles que incluso un gato malo puede aprender a ser bueno si se lo propone. Y así, juntos, los gatos siguieron escribiendo, creando un nuevo capítulo en sus vidas.
FIN.