Los gatos solidarios


Sumacququi y Quillari eran dos simpáticos gatos andinos que vivían en el hermoso pueblito de Achoma. Sumacququi, con sus grandes bigotes y su pelaje gris plateado, era curioso y aventurero.

Mientras que Quillari, con su colita pomposa y sus ojos brillantes, era más tranquilo y reflexivo. Una mañana de septiembre, mientras el sol empezaba a despertar la naturaleza, Sumacququi se levantó temprano con ganas de explorar los campos del pueblo.

Quillari lo miraba desde su cama de mimbre con una sonrisa divertida en el rostro. "¿A dónde crees que vas tan temprano, Sumacququi?" preguntó Quillari con voz juguetona. "¡Buenos días, amigo! Voy a recorrer los campos y ver qué aventuras nos esperan hoy", respondió Sumacququi emocionado.

Quillari decidió acompañar a su amigo en esta nueva aventura. Los dos gatitos caminaron juntos por los senderos entre las flores silvestres y los árboles frutales.

Descubrieron mariposas de colores danzando en el aire y pájaros cantando melodías alegres. De repente, escucharon un ruido extraño proveniente de un arbusto cercano. Se acercaron sigilosamente y descubrieron a un pajarito atrapado entre las ramas espinosas. "¡Oh no! ¿Cómo podemos ayudarlo?", exclamó Sumacququi preocupado.

Quillari pensó por un momento y tuvo una idea brillante. Con cuidado, usó su cola pomposa para apartar las ramas sin lastimar al pajarito, mientras que Sumacququi lo animaba desde abajo. Finalmente, lograron liberar al pajarito quien salió volando felizmente hacia el cielo azul.

El pequeño ser alado les dio las gracias con un canto dulce antes de desaparecer entre las nubes. "¡Lo logramos gracias a tu astucia, Quillari! Juntos somos imparables", dijo Sumacququi emocionado abrazando a su amigo.

Quillari sonrió orgulloso y agregó: "Así es, Sumacququi. Cuando trabajamos juntos y usamos nuestras habilidades únicas para ayudar a otros, podemos lograr cosas maravillosas". Los dos gatitos regresaron al pueblo sintiéndose felices por haber hecho una buena acción ese día.

Desde entonces, cada vez que salían juntos en busca de nuevas aventuras recordaban la importancia de la colaboración y la amistad verdadera.

Y así, Sumacququi y Quillari se convirtieron en héroes anónimos del pueblo de Achoma; demostrando que incluso los seres más pequeños pueden hacer grandes cosas cuando trabajan juntos con amor y solidaridad.

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