Los gatos valientes y los ratones leales
Había una vez en un vecindario muy tranquilo, tres gatos llamados Matilda, Simón y Tomás. Ellos vivían felices en una casa con jardín, donde pasaban sus días jugando y tomando largas siestas al sol.
Un día, mientras los gatos exploraban el jardín, un perro malo llamado Rufus apareció de repente gruñendo y persiguiéndolos. Los pobres gatitos asustados salieron corriendo en direcciones diferentes para escapar del feroz canino.
Matilda se subió a un árbol alto, Simón se escondió debajo de una vieja casa abandonada y Tomás corrió hacia el bosque cercano. Los tres se habían separado y estaban perdidos. "¡Ayuda! ¡Ayuda!" -maullaba Matilda desde lo alto del árbol.
Mientras tanto, dos ratones llamados Lucas y Martina escucharon los gritos de auxilio de Matilda y decidieron ayudarla. Subieron por el tronco del árbol con agilidad y le dijeron:"Tranquila Matilda, te ayudaremos a bajar".
Con mucho cuidado, los ratones guiaron a la gata hasta el suelo sana y salva. Matilda les dio las gracias emocionada por su valiente acto. "¿Dónde están mis hermanos?" -preguntó preocupada Matilda. Lucas y Martina le contaron lo sucedido con Rufus y cómo se habían separado.
Decidieron entonces ir en busca de Simón y Tomás para reunir a la familia nuevamente. Mientras tanto, Simón seguía escondido bajo la casa abandonada cuando escuchó unos ruidos extraños que venían del interior. Para su sorpresa, vio salir a Lucas seguido de Martina.
"¡Simón! ¡Estamos aquí para ayudarte!" -dijo Lucas con entusiasmo. El gato salió rápidamente de su escondite y abrazó a los ratones agradecido por rescatarlo. Juntos emprendieron camino hacia el bosque donde creían que podían encontrar a Tomás.
Por otro lado, Tomás había llegado al corazón del bosque sin tener idea de cómo regresar a casa. Estaba cansado y asustado cuando vio acercarse a sus amigos acompañados por los valientes ratones.
"¡Tomás! ¡Te encontramos!" -exclamaron todos emocionados al verse reunidos nuevamente. Los cinco amigos se abrazaron felices por estar juntos otra vez. Decidieron regresar a casa sin miedo alguno pues sabían que juntos podían superar cualquier obstáculo que se les presentara en el camino.
Al llegar a la casa, fueron recibidos con alegría por sus dueños quienes estaban muy preocupados por su desaparición. Desde ese día, los tres gatos valoraron más la importancia de la amistad verdadera como la que tenían con Lucas y Martina.
Y así vivieron felices compartiendo aventuras juntos mientras cuidaban unos de otros en todo momento. Moraleja: La verdadera amistad no tiene límites ni barreras.
FIN.