Los girasoles en el campo



Había una vez, en un hermoso campo lleno de flores de todos los colores, un grupo de girasoles que se destacaban por su alegría y su única forma de mirar al sol. Estos girasoles eran amigos inseparables y cada día se alzaban con orgullo, siguiendo el movimiento del astro rey.

Un día, Zuri, el girasol más pequeño del grupo, comentó:

"¿Se han dado cuenta de que siempre estamos mirando hacia el mismo lugar? ¿No será que hay algo más en este campo que deberíamos explorar?"

Los demás girasoles se miraron intrigados. Clara, la girasol más sabia, respondió:

"Pero Zuri, el sol nos da vida, siempre debemos mirar hacia él. Es nuestra razón de ser."

Sin embargo, Zuri era curioso y soñador. Así que decidió emprender una aventura propia, mientras los demás girasoles permanecían en su lugar. Se despegó del grupo y se adentró en el campo. Mientras recorría la pradera, conoció a una mariposa llamada Lila.

"Hola, pequeña girasol. ¿A dónde vas?" preguntó Lila.

"Estoy explorando este campo, buscando cosas nuevas que ver".

"¡Qué valiente sos! En este campo hay muchos secretos. Pero te advierto, las flores no siempre son lo que parecen".

Zuri siguió su camino y más adelante encontró un conjunto de flores que no había visto antes.

"¡Hola! Soy Zuri, el girasol. ¿Quiénes son ustedes?"

"Nosotros somos flores del campo, cada una con su color y su historia. ¿Por qué sigues al sol?" le preguntó una rosa roja.

"Porque siempre he oído que el sol es lo más importante. Pero estoy empezando a pensar que hay más cosas por descubrir".

Las flores se rieron y una de ellas, una flor silvestre, le dijo:

"El sol es importante, pero nosotros también tenemos mucho que ofrecer. Mira nuestro colores, nuestras formas... ¡Hay una belleza en la diversidad!".

Zuri reflexionó sobre lo que había aprendido. Cuando regresó con sus amigos, les compartió su experiencia.

"¡Chicos! Deben salir y explorar. Conocí a muchas flores hermosas y cada una tenía algo único".

Los girasoles miraron a Zuri con escepticismo.

"Pero siempre hemos estado aquí, seguiremos mirando al sol" dijo Carlos, el girasol más grande.

"¿Y si probaramos a mirar a nuestro alrededor un rato?" sugirió Zuri con ilusión.

Los girasoles, intrigados, decidieron intentar. Se giraron un poco, observando todo lo que los rodeaba. El campo era un arcoíris de colores, lleno de vida. Se encontraron con mariposas, abejas y otras flores que nunca habían visto. Zuri estaba feliz y exclamó:

"¡Miren todo lo que nos habíamos estado perdiendo!"

"No puedo creer lo hermoso que es el campo en diferentes direcciones", comentó Clara.

"Tal vez deberíamos hacer esto más seguido", dijo Carlos, sorprendido.

Desde entonces, los girasoles aprendieron a equilibrar su adoración por el sol, pero también a disfrutar de la belleza que había a su alrededor. Se volvieron amigos de todas las flores y juntos bailaban con el viento y el solecito, creando un campo lleno de alegría y amistad.

Y así, la curiosidad de Zuri les enseñó a todos que el mundo tiene mucho más para ofrecer si nos atrevemos a mirar más allá de lo que estamos acostumbrados. Nunca es tarde para explorar, aprender y apreciar la diversidad que nos rodea.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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