Los Girasoles y la Mariposa Mágica
Había una vez en un pequeño pueblo de Argentina, dos amigos llamados Sofia y Lautaro. Desde que eran muy jóvenes, compartían todo juntos: risas, aventuras y secretos.
Ambos tenían un gran amor por la naturaleza y siempre estaban explorando los bosques cercanos. Un día, mientras caminaban por el bosque, Sofia encontró una hermosa mariposa azul enredada en una telaraña. La pobre mariposa luchaba para liberarse, pero no podía hacerlo sola.
Sin pensarlo dos veces, Sofia se acercó con cuidado y liberó a la mariposa de su prisión. La mariposa voló agradecida al cielo y dejó caer una pequeña semilla en la mano de Sofia antes de desaparecer entre los árboles.
Curiosa por saber qué tipo de semilla era, Sofia decidió llevarla a casa y plantarla en su jardín. Pasaron los días y la semilla comenzó a brotar lentamente hasta convertirse en un hermoso girasol amarillo.
El girasol creció rápido y fuerte gracias al amoroso cuidado de Sofia. Un día soleado, cuando el girasol estaba completamente florecido, Lautaro fue a visitar a su amiga. Al ver la imponente flor amarilla frente a él, quedó asombrado por su belleza.
"¡Wow! ¡Es el girasol más grande que he visto! ¿Cómo lo lograste?" - exclamó Lautaro sorprendido. Sofia sonrió orgullosa y explicó cómo había encontrado la semilla gracias a la mariposa azul atrapada en la telaraña.
Lautaro quedó fascinado por esta historia y decidió que quería tener su propio girasol. Ambos amigos regresaron al bosque, esperando encontrar otra mariposa y una semilla mágica. Sin embargo, no tuvieron éxito en su búsqueda. Desanimados, decidieron volver a casa.
Pero justo cuando iban a cruzar el último camino del bosque, escucharon un débil zumbido proveniente de un arbusto cercano. Se acercaron con cautela y encontraron a una pequeña abeja atrapada en una telaraña. "¡Vamos Sofia! ¡Tenemos que ayudarla!" - exclamó Lautaro emocionado.
Juntos liberaron a la abeja y esta voló hacia ellos antes de desaparecer entre los árboles. Esta vez dejó caer dos semillas en las manos de los amigos antes de irse.
Llena de emoción, Sofia plantó una semilla en su jardín y Lautaro hizo lo mismo en el suyo. Los días pasaron y ambos cuidaron sus semillas con amor y paciencia. Un día soleado, justo como la última vez, ambos girasoles florecieron casi al mismo tiempo.
Pero esta vez algo diferente ocurrió: los girasoles se inclinaban uno hacia el otro como si estuvieran buscándose mutuamente.
Sofia miró asombrada cómo su girasol se movía hacia el jardín de Lautaro mientras que él observaba igualmente sorprendido cómo el suyo hacía lo mismo hacia ella. "¡Nuestros girasoles están enamorados!" - dijo Sofia emocionada. A partir de ese día, los girasoles crecieron juntos, siempre inclinándose el uno hacia el otro.
Sofia y Lautaro se dieron cuenta de que su amistad era como la de esos girasoles: fuerte, amorosa y llena de fidelidad. El pueblo entero quedó maravillado con esta historia y comenzaron a visitar los jardines de Sofia y Lautaro para admirar los hermosos girasoles enamorados.
Y así, gracias a la valentía y bondad de Sofia al liberar a una mariposa atrapada en una telaraña, ella y Lautaro encontraron un amor especial en sus corazones que perduró para siempre.
FIN.