Los guardianes alados



Había una vez un hermoso dragón llamado Draco, que vivía en lo más alto de una montaña. A diferencia de otros dragones, Draco era bueno y amable con todos los habitantes del reino.

Siempre estaba dispuesto a ayudar y proteger a quienes lo necesitaran. Un día, mientras paseaba por el bosque cercano, Draco encontró un nido abandonado. Al acercarse, descubrió que dentro había unos pequeños huevos.

Sin pensarlo dos veces, decidió llevarlos consigo y cuidarlos como si fueran suyos. Draco construyó un cómodo y cálido hogar para los huevos en una cueva cercana.

Los cubrió con su aliento de fuego para mantenerlos calientes y se aseguró de visitarlos todos los días para brindarles amor y protección. Pasaron las semanas y finalmente llegó el momento tan esperado: los huevos comenzaron a eclosionar. De ellos salieron tres adorables dragoncitos: Fuego, Agua y Viento. Cada uno tenía sus propias habilidades especiales.

Fuego era valiente e intrépido; podía lanzar bolas de fuego con solo soplar. Agua era amigable y pacífico; podía nadar rápidamente en ríos y lagos sin mojarse nunca. Y Viento era curioso e inteligente; podía volar muy rápido gracias a sus alas fuertes.

Desde ese día, Draco se convirtió en el mejor padre que esos pequeños dragones podrían tener.

Les enseñó sobre la importancia de usar sus habilidades para hacer el bien en lugar de causar daño o miedo a otros seres vivos. Un día, mientras volaban por el reino, Fuego, Agua y Viento vieron que un gran incendio había comenzado en el bosque. Sin pensarlo dos veces, Fuego se lanzó al rescate.

Usando su fuego controlado, logró apagar las llamas y salvar a los animales que estaban en peligro. Mientras tanto, Agua y Viento notaron que una inundación estaba amenazando a un pequeño pueblo cercano.

Agua nadó rápidamente hasta allí y usó su habilidad para contener el agua y evitar daños mayores. Mientras tanto, Viento volaba sobre las casas para secarlas con su aire fresco. Cuando Draco supo lo que habían hecho sus hijos, sintió un inmenso orgullo de ellos.

Sabía que había criado dragones valientes y compasivos. Juntos demostraron al reino entero cómo usar sus habilidades especiales para ayudar a otros sin causar daño. Desde ese día, Draco y sus tres hijos continuaron protegiendo al reino con su bondad y generosidad.

Se convirtieron en guardianes del bienestar de todos los seres vivos del lugar. Y así es como la historia de Draco y sus dragoncitos nos enseña la importancia de utilizar nuestras capacidades para ayudar a los demás en lugar de hacerles daño.

Además, nos muestra cómo el amor y la dedicación pueden convertirnos en personas extraordinarias capaces de cambiar el mundo para mejor.

FIN.

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